Río Guastatoya, Guatemala. Entre los pequeños tesoros naturales del Corredor Seco de Guatemala, no dudaría en situar al río Guastatoya, el cual, llega decidido desde las montañas del sur y ciñe la localidad del mismo nombre por su cara oeste, como quien rodea sutil y cariñosamente con su brazo la cintura de su amada, en este caso la ciudad de Guastatoya, capital departamental de El Progreso.

Tareas de regeneración
Me han venido estos recuerdos a la mente porque desde la municipalidad, su alcalde, Lic. Jorge Antonio Orellana Pinto, está impulsado la regeneración de este afluente del Motagua o río Grande, al que el río Guastatoya se entrega al poco de dejar la ciudad, como si después de haberla abrazado ya no le quedase nada más grande a lo que aspirar.
La magia de un río
Un río siempre es algo fascinante en sí mismo. Parece una cosa mágica, algo así como el sombrero del que el mago jala la punta de un pañuelo y empieza a salir una cadena interminable de pañuelos. De los ríos parece que alguien jaló también una vez una punta y, sin más, empezó a brotar de modo misterioso una corriente inagotable de agua. No obstante, son algo delicado.

Descubrí el río Guastatoya en mi segundo viaje a la ciudad. Me sorprendió extraordinariamente, porque no esperaba encontrarme, discretamente ajeno al bullicio de la urbe, aquel vivificante lugar.
Ruta ciclista
Habíamos diseñado sobre el mapa una ruta para una actividad de bicicleta. Para mí era un trazo sobre un papel y apenas podía orientarme y, mucho menos, prever lo que podría encontrarme. Fue el profesor Gerson Morales el encargado de mostrarnos la zona.

Me sorprendió muy gratamente aquel lugar tranquilo, fresco, húmedo, vívido… en una zona dominada por el monte raso donde el sol, por lo general, cae a plomo. Especialmente me atrae la parte alta, previa al contacto tangencial del río con la ciudad, sin llegar a entrar en ella.
La Bomba
En esa parte del río se halla la zona denominada La Bomba. El nombre le sobreviene porque allí había una bomba hidráulica -sigue en el lugar, aunque no funciona-, que llenaba de agua los depósitos del ferrocarril que hasta mediados del pasado siglo recorrió la línea Ciudad de Guatemala-Puerto Barrios.

Una pista discurre en esa zona paralela al río, lo que permite seguirlo fácilmente durante un buen trecho. En ese lugar nacen también los manantiales que abastecen de agua potable a la ciudad, en una obra de ingeniería importante, porque todo el agua hay que centralizarla en un depósito principal, tratarla y posteriormente bombearla a un depósito situado en el cerro para –ya por gravedad- distribuirla a la ciudad. Es fácil imaginar el coste que, en energía eléctrica, tiene el suministro de agua a la población.
Puentes de hamaca
Más abajo, dos puentes colgantes -de hamaca, les dicen- atraviesan el río, ofreciendo al visitante una magnífica vista sobre el cauce, especialmente en épocas de crecida.

Panorámica desde La Loma
Pero si queremos tener una vista más general y realmente fantástica del río Guastatoya, tendremos que subirnos al barrio La Loma. Si vas andando, prepárate, porque la pendiente de la calle de acceso es muy elevada. Al llegar arriba, lo veremos bajar decidido, abriéndose paso entre dos bellos cerros –Cerro El Pinal y Cerro La Virgen- y la frondosa vegetación de sus riberas.
Regenerar el río Guastatoya tiene mucho sentido, porque es un pequeño tesoro para la ciudad y porque el agua para el consumo humano y para labores agrícolas es un bien muy escaso en el planeta.