La vida y el color abarrotan el Mercado de Las Champas

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El Mercado de Las Champas, en El Rancho, es muy conocido en Guatemala por ser punto de paso obligado en los viajes de costa a costa y de norte y a sur del país. Pertenece al departamento de El Progreso y a la municipalidad de San Agustín Acasaguastlán.

Puesto de fruta en el Mercado de Las Champas

Como muchos de los mercados tradicionales, se ha formado de un modo espontáneo, con puestos ambulantes, primero, porque por allí había la seguridad de que pasaba gente. Y donde hay personas siempre surge la necesidad del intercambio de bienes y servicios.

Viajando desde la capital, se encuentra justo al cruzar el puente sobre el río Motagua, ahora en fase de ampliación a cuatro carriles como toda la carretera hasta Ciudad de Guatemala. Eso hará que se reduzca mucho el tiempo del viaje entre esos dos puntos cuando la obra esté finalizada. Y no falta mucho para ello.

Desde Las Champas, la carretera se bifurca hacia el norte y hacia el oriente, si se viene del oeste; es decir, de la capital; y hacia el norte y occidente, si por el contrario, viajamos desde la costa del Caribe, Izabal.

Tráfico pesado pasando por el Mercado de Las Champas

Caos organizado

El Mercado de Las Champas me resulta fascinante. Es una especie de caos organizado: todo está revuelto y, al mismo tiempo, todo en su sitio, porque al final todo se encuentra. Es punto de partida para muchas líneas de transporte público: microbuses y autobuses, que dan servicio a las poblaciones cercanas y también realizan largas rutas; además de los tuctuc para desplazamientos más cortos.

Mercado de Las Champas

No suele haber rótulos de dónde esperar a unos y otros vehículos según el destino, y la primera impresión es de que vas a perder tu enlace, como en un gran aeropuerto; pero la gente, extraordinariamente amable, enseguida te da la información precisa.

También los responsables de los vehículos pregonan de viva voz constantemente el nombre de la ruta que siguen y la hora de la salida, especialmente si te ven algo dubitativo/a.

En el mercado de Las Champas hay un gran bullicio a determinadas horas. Es un flujo constante de gente, con sus prisas y sus pausas. Por las tardes, todo se queda más tranquilo. Una atmósfera de colores intensos que giran a tu alrededor o tú en torno a ellos. Y todo el mundo está, pero de paso. El mercado de Las Champas es una vida en transito hacia otro destino.

Conviven personas y vehículos, un alto porcentaje de ellos de gran tonelaje, que hacen la ruta al puerto del Atlántico o se van al norte: Salamá, Cobán o incluso Petén. Y hay también mucho colorido bajo un cielo moteado, la mayor parte de las veces, con nubes de un blanco muy intenso.

Mercado de Las Champas

Los negocios se apretujan

Los negocios se apretujan unos al lado de los otros, por lo que hasta resulta difícil discernir dónde empieza uno y acaba el anterior. Abundan sobre todo los establecimientos de comidas y los relacionados con el automóvil y su mecánica. También hay tiendas de ropa y de comestibles, frutas, bebidas y chucherías. Una tienda algo más grande tiene el nombre de abarrotería, en concreto se llama Abarrotería la Nueva Surtidora.

Abarrotería

Al leer el nombre me acordé de la primera vez que escuché la expresión: “los sábados toca ir a hacer el abarrote”. Me resultó muy simpática y expresiva al mismo tiempo, porque lo dice todo en una sola palabra (abarrote), de tal modo que la frase se utiliza para ir a las abarroterías tradicionales, pero también a los supermercados más modernos.

En frente de la Abarrotería la Nueva Surtidora, al otro lado de la carretera, hay una explanada y bajo una amplia cubierta, paralelamente a la cuneta, se extiende un buen número de filas de mesas y bancos, donde los viajeros se detienen a comer.

Competencia

A estos establecimientos tradicionales les ha surgido una fuerte competencia últimamente con las grandes cadenas de comidas, como Pollo Campero y McDonals, situadas al otro lado del puente en dirección a la capital. Tienen la ventaja de que el aire en su interior está climatizado y en Las Champas la temperatura ambiente suele ser elevada prácticamente todo el año.

Puesto de comidas

Como piezas de museo

Los vivos colores en las fachadas de comercios y rótulos, profusamente colocados, me atraen de una manera especial y me siento incapaz de leer nada de inicio. Mi atención se va al conjunto, a la exuberante policromía de esa especie de cuadro de algún maestro de la pintura que es el Mercado de Las Champas.

También me llaman extraordinariamente la atención los autobuses de línea, algunos con diseños propios de valiosas piezas de museo y llamativos pintados. Abundan, asimismo, los camiones y sus decorados e incluso algunos microbuses y tuctuc, en los que sus dueños a veces explayan sus dotes creativas sin ninguna timidez y con gran alegría.

Autobús de línea regular en Las Champas

Si me preguntas qué te vende el Mercado de Las Champas, no sabría exactamente qué decirte, pero creo que colores y vida. En realidad, te los regala. Aun siendo un sitio de paso, siempre está bien hacer un alto en el Mercado de Las Champas.

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