Los niños quieren ser influencers

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Los niños quieren ser influencers
La profesión de youtuber o influencer, entre las preferidas por los niños de 2 a 8 años (imagen Pixabay)

No hace tanto tiempo la vida se sustentaba en patrones muy diferentes a los actuales. Era como una carrera en que la que había que mantener el ritmo, pero tampoco convenía apurar demasiado, porque era una carrera de fondo. Hoy los niños quieren ser influencers y youtubers. La profesión de influencer o youtuber está entre las cinco favoritas de niños y niñas en el actualidad.

En los países más avanzados económicamente un 50% de los niños menores de 8 años tienen pantallas electrónicas y usan preferentemente plataformas como Youtube o relacionadas con los videojuegos. Si hace unos años los principales referentes infantiles eran deportistas o cantantes, actualmente los niños/niñas se sienten fuertemente atraídos también por los nuevos ídolos de las redes sociales.

Estrellas del rock

Décadas atrás la vida se aceleró de repente. Llegaron las estrellas del rock y se hicieron semidioses a base de acordes de guitarra y redobles de batería. Quién no quería ser una estrella del rock.

Tal vez allí empezó todo. Lo cantó Bon Scott, primer vocalista del grupo australiano AC DC, en la célebre canción Let There Be Rock: “Al principio, en 1955, el hombre no sabía nada de rock ‘n’ roll”, comienza diciendo la letra de la canción.

Con mucha vitalidad, el malogrado cantante escoces hacía también alusión a sonido, luz, batería, guitarra… y añadía: «…el guitarrista se hizo famoso, el hombre de negocios se hizo rico y en cada bar había una superestrella… había quince millones de dedos aprendiendo a tocar”. La canción concluye: Let There Be Rock (Que se haga el rock).

Posiblemente en aquella época la vida se aceleró, aunque el rock se llevaba en la sangre y los viejos rockeros –aquellos a los que el cuerpo les aguanta- siguen en el candelero.

Bestseller

Todo el mundo se aceleró: “Los escritores comenzaron a perseguir, más que una obra profunda, un bestseller que le proporcionase fama y dinero inmediatos; los empresarios, más que un producto o un bien social, buscaron un “pelotazo”, una acción rápida con la que hacerse millonarios de un día para otro. Se perdió un poco la perspectiva de carrera de fondo de la vida.

Los niños quieren ser influencers

Hoy una referencia para la juventud son los/las influencers: personas que se mueven en las redes sociales y otros canales de comunicación y que gozan de una considerable capacidad para influir en la opinión pública. Los medios de comunicación los tratan como ídolos y los jóvenes ven en ellos un icono, un modelo a seguir. Eso ayuda a que los niños quieren ser influencers.

Influencer

La felicidad en un ‘me gusta’

Si no se ve más allá del del dinero y la fama, se puede entender que la juventud quiera “ponerse en la piel” de los influencers, personas que deben estar todo el día en el candelero, pendientes de los “likes”, alegrándose o deprimiéndose según suban o bajen los “me gusta”.

La felicidad se saborea según el número de ‘me gusta’, proporcionalmente ligados a su remuneración, la cual suele ser muy elevada. La cabeza tiene que estar continuamente dando vueltas para discurrir cosas, por lo general, superficiales, de consumo inmediato, porque de lo que se trata es de llamar la atención y menos de buscar la profundidad del mensaje.

Agobio, angustia, presión, depresión…

Agobio, angustia, presión, depresión, superficialidad, consumismo… son conceptos ligados a la vida del influencer. La recompensa: fama y dinero, el binomio que parece justificarlo todo. No lo justificaría si la escala de valores sociales no estuviese tan distorsionada. Pero ‘quince millones de dedos’ –en realidad muchos más- teclean con denuedo para aprender a ser influencers. Los niños quieren ser influencers.

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