En un paraje apartado, en el silencio del alba, volvieron a sonar disparos. En la penumbra de la noche, una ráfaga interrumpe la quietud y acaba en un grito agónico. A plena luz del día, en un lugar escogido a propósito, una bala sale de la recámara con el objetivo de matar. Son historias que se repiten con excesiva frecuencia. Si después de la pandemia hubiese que iniciar una verdadera reconstrucción en Guatemala, esta tendría que comenzar por la Justicia y la Educación.
Justicia y Educación
Transcurrida la pandemia, cualesquiera que sean las secuelas que esta deje, toda reconstrucción del país entendida como seria y creíble debe empezar por la Justicia y la Educación. Sin una justicia seria, independiente, basada en los principios de la ética y la equidad, las “reglas del juego” estarán siempre en manos de los inmorales y violentos, que la torcerán y retorcerán a su antojo para ponerla siempre de su parte.
Dos pilares fundamentales
Y la Educación es la base en la que se sostiene, en gran medida, la propia Justicia y de un modo determinante el avance de un país. Especialmente cuando hay tanta población joven, menor de edad. Sin esos dos pilares no habrá verdadero progreso, la pobreza se instalará de forma permanente, trayendo consigo sus grandes raciones de hambre y sufrimiento.
Hacen falta dirigentes que gobiernen con esa mentalidad y determinación. Hacen falta políticos que abandonen su burbuja de bienestar, su mundo feliz, y traten de dar solución a los problemas esenciales de la gente. Para ello hay que empezar por sentirlos.
Justicia pobre, sinónimo de pueblo pobre
Una justicia pobre es sinónimo de un pueblo pobre. No hablamos de una justicia pobre por la baja calidad humana de sus representantes o personas encargadas de impartirla -aunque de todo habrá-, sino por la desprotección del sistema judicial en todos sus niveles, que lo hace muy vulnerable y deja al pueblo a expensas de la tiranía y arbitrariedad de los codiciosos y de los violentos. De este modo, se hacen comunes las prácticas fraudulentas y delictivas y con ellas se instaura la pobreza crónica, que sufren mayores y niños.
Benoît Pierre Amedee María
Los medios de comunicación, los que no se han cansado ya de denunciar inútilmente, se hacen eco de la muerte en Quiché de Benoît Pierre Amedee María, un ciudadano de origen francés afincado en Guatemala, que fue asesinado a balazos al alba…
“…cuando se dirigía a trabajar con las comunidades indígenas. Mucho de su tiempo lo dedicó a fortalecer el trabajo comunitario maya Q’eqchi’ e Ixil, entre lo que destaca la reconstitución de las autoridades indígenas y la creación de la Universidad Ixil. Era responsable de Agrónomos y Veterinarios Sin Fronteras desde hace 20 años”, relata Prensa Comunitaria.
Podríamos seguir con una noticia similar en Jalapa. En este caso, la víctima fue Mixael López, presidente del Cocode de la aldea Paraje. Han pasado cinco meses y no se ha sabido nada de los asesinos del alcalde de Teculután y sus dos escoltas…
Muy baja calidad de la justicia en Guatemala
Los últimos informes World Justice Proyect publicados en 2020 sitúan la justicia de Guatemala a la cola del mundo. Los últimos datos indica que el país se encuentra en el puesto 101, entre 128 analizados, con un coeficiente de 0,45 sobre 1, a 22 décimas del último, Venezuela; y a 45 del primero, Dinamarca. Guatemala ha bajado, además, 3 puestos con respecto a la publicación anterior y una décima en valoración. Eso quiere decir que problema, en lugar de llevar camino de solucionarse, se agrava.
Según este mismo informe World Justice Project, Guatemala a nivel de Latinoamérica ocupa también un preocupante vigésimo quinto puesto de un total de 30 países. Es decir, es uno de los 5 países donde el sistema judicial es más débil.
Resignación difícil de calificar
Debería existir una contundencia unánime en la defensa de la justicia, en la denuncia de la violencia, en la condena de los actos criminales y de aquellos que teniendo el deber de impartirla miran hacia otro lado.
Sorprende enormemente que cuando asesinaron al alcalde de Teculután, César Augusto Paz Castañeda, el pueblo no hubiese salido a la calle en pleno a condenar el atentado del edil y sus dos escoltas. Hubo una especie de resignación difícil de cualificar, como si los tres hombres hubiesen caído fulminados por un rayo y no por unas manos asesinas.
El “factor de corrección” de la justicia
Esta inacción ante la injusticia tal vez tenga su explicación. Cuando la justicia es débil, existe cierta tendencia entre la gente de guardarse para sí un “factor de corrección”, un mecanismo ilegal con el que tratar de aminorar el golpe de la injusticia sistemática. No quiere decir que lo vayan a usar, pero les gusta tenerlo a mano por si acaso. Entonces se ven, no como normal, pero sí como habitual, este tipo de prácticas al margen de la ley. Pero la justicia no debería tener más factores de corrección que la apelación a instancias superiores.
Alto grado de descrédito
Las actuaciones criminales de tomarse la justicia por su mano que en otros lugares ponen los pelos de punta, en países donde el sistema judicial goza de un alto grado de descrédito, se mira con una cierta condescendencia. Esto es así porque nadie sabe si en un lugar donde la justicia es lenta, ineficaz y comúnmente arbitraria, se tendrá que recurrir a ese “factor de corrección”.
Futuro doloroso
No es fácil gobernar en estos tiempos de crisis. La pandemia del coronavirus ha hecho que los países sean como barcos en altamar sometidos a una fuerte tormenta. No hay manos suficientes para tapar tantas vías de agua. Pero un sistema judicial fuerte e independiente es indispensable para la prosperidad de una nación. Y por ahí debe comenzar el futuro.
No es ninguna sorpresa que los países con mayores niveles de bienestar son aquellos que en los que sus ciudadanos tienen un concepto más elevado de su sistema judicial. No podemos hablar de infancia, de turismo, de progreso o calidad de vida sin una justicia fuerte y ecuánime.
Guatemala, un país realmente hermoso
Guatemala, un país realmente hermoso, no se puede defender ni construir desde el silencio, desde la “justicia” dictada por la violencia, porque todo saldrá mal, porque solo cabe esperar un futuro lleno de injusticia y dolor.