Ya al subir a la Sierra de las Minas notamos una actividad en El Cimiento que nos pareció excesiva para los ritmos lentos de las aldeas de montaña, especialmente en domingo. Al regreso, no hizo falta preguntar, era evidente que algo estaba pasando.
Expectación en la «calle» Principal
Los vecinos, y también visitantes de otras aldeas, se agolpaban en la “calle” principal, de terracería, que no es otra que la pista que sube a la Peña del Ángel por la margen derecha del río Hato, contemplado desde su nacimiento. Se celebraba la Feria del Rosario en la aldea.
Los niños, la cara más amable de la fiesta
Todos vestían sus mejores galas para la ocasión. Era un día señalado en la rutina de los días en la montaña. Algunos niños, que merodeaban de un lado para otro, se acercaron a nuestro carro (coche) cuando nos detuvimos a comer las viandas que llevábamos.
Les llamó especialmente la atención la bicicleta de Brandán Márquez, que acababa de asumir el reto de subir en su máquina hasta el entorno de la cima de la Sierra de las Minas; es decir, Las Cabañas y la Peña del Ángel, desde el Km 0 de este puerto, situado en Aldea Magdalena.
Carrera de las cintas
Aunque la mayoría del público se congregaba entorno a caballos y jinetes, que se afanaban en mostrar sus mejores dotes en la carrera de la cinta, consistente en correr al galope y ensartar una especie de púa en una de las argollas que penden de una cuerda cruzada en el camino por encima de la altura de la cabeza de los caballistas.
La vida es austera, con pocas alegrías, pocos alicientes y menos exigencias. De ahí la feria patronal para cambiar un poco la rutina y grabar en la memoria de los niños recuerdos pequeños pero entrañables y, por ello, también imborrables.