Una grata caminata por el monte bajo la lluvia. Ayer domingo, llovía -hoy lunes por la mañana, continúa la lluvia-, pero era necesario seguir ultimando el recorrido de A GRAN BIKEDADA 2025; así que, literalmente, había que echarse al monte. Como ya se expuso, el recorrido de la prueba va a presentar pequeñas pero sustanciales variaciones con respecto a ediciones anteriores, bajo el criterio de; más concentrada y más intensa.
Caminata bajo la lluvia
Pensarás que en esas condiciones me suponía un gran esfuerzo salir de casa en una de esas mañanas grises de sábanas largas, en las que apetece quedarse en cama. ¡Qué va! Nada de eso. A algunos nos gusta la lluvia, le encontramos su encanto, por lo que las condiciones meteorológicas no suponían un gran contratiempo. Sólo había que prepararse para la adaptación al medio.
En estos casos, y más en estas circunstancias meteorológicas, me gusta caminar sólo, porque voy sin límite de tiempo y ando y desando un tramo del camino las veces que sea necesario o por puro deleite, aunque luego, a la hora de la decisión definitiva, recabe la opinión de otros compañeros/as.
Pisar hierba, tierra y… barro
Acoto tramos y los recorro a pie. Quiero pisar el terreno: la hierba, la tierra, si se tercia, el barro -a veces, la prueba ciclista es una excusa más para hacerlo- y… detenerme el tiempo necesario o el que me apetezca en cada lugar. Es cierto que en bicicleta se recorre más distancia, se cubre más terreno, pero muchas veces, por no echar pie a tierra, uno ya ni se detiene. A mayores, había otras razones para ir a pie.
El recorrido hasta el punto de destino era de unos 25 kilómetros, que recorrí en coche. La lluvia era fina y constante. La niebla estaba baja y la temperatura suave, 18º. La niebla suele crear una especia de “habitación única” que hace que la temperatura se mantenga uniforme en una gran extensión de terreno. Así, al nivel del mar y a más de cuatrocientos metros de altitud, se mantenía inalterable en los 18º.
Atrás quedan ciclistas y peregrinos
Por la carretera, iba adelantando a ciclista y a peregrinos del Camino de Santiago. Unos y otros avanzaban con el mentón metido en el pecho para resguardar la cara de la lluvia. Ya en el monte, me crucé con algunos cazadores en sus vehículos con remolque en el que transportan sus perros. En esas zonas de monte poco transitadas este domingo –a diferencia del soleado de la semana anterior- no encontré ningún ciclista.
Desperdicios «ecológicos»
Sin embargo, alguien había pasado no hacía demasiado tiempo –ciclistas u otros viandantes-, porque en un trayecto del camino de unos cincuenta metros vi mondas de naranja esparcidas por el suelo, no tenían nada de barro, estaban frescas, como recién arrojadas al suelo.
Algunos piensan que es materia orgánica, que se degradará fácilmente y que no hace ningún daño arrojarlas a la pista; pero, en ese caso, podríamos tirar cualquier materia orgánica, cualquier resto de comida, y todos tendríamos el mismo derecho a hacerlo, por lo que caminos en medio de la naturaleza podrían convertirse en basureros, lo ecológicos que se quiera, pero basureros.
Un perro, al encuentro
También un perro pequeño marrón, de las razas que emplean los cazadores en la zona, me vino al encuentro en el camino. Entiendo poco de perros, pero creo que es un maneto, raza que suele emplearse en la caza menor, especialmente conejos. Creo que es un maneto. Estaba mojado y parecía solo. No había nadie en el entorno, ni se escuchaban los ladridos de otros perros. Tampoco tenía nada que darle. Había llevado un plátano y dos narajas para la caminata y ya no me quedaba nada. Además, esa no era comida para perros. Y agua tenía suficiente.
Equipación adecuada para un grato paseo
Para disfrutar de un paseo por la naturaleza un día de lluvia hay que ir mínimamente preparados, lo cual no quiere decir que sea necesaria una equipación costosa. En este caso, fue fácil hacer frente a las inclemencias del tiempo: unas botas de media caña impermeables (no las típicas de goma), una camiseta larga, un cortavientos fino con forro de rejilla y capucha y, por encima, un impermeable también ligero y con capucha
A falta de una prenda muy específica para estas situaciones, es aconsejable, llevar doble capucha para poder mantener la cabeza caliente. El plástico del impermeable no aísla del frío y la humedad, por lo que acaba transmitiendo una sensación incómoda. Tampoco conviene con estas temperaturas suaves un anorak grueso.
Como el agua persistía, la mochila comenzaba a empaparse. En este caso, llevaba una bolsa de esas de jardinería de 100 litros (hubies valido con una de 30 litros). Metí la mochila dentro, con la boca de la bolsa hacia abajo y le aplique a esta dos agujeros por los que saqué las asas. Eso me permitió volver a colgarla a la espalda y seguir con plena libertad de movimientos de los brazos. Tampoco tenía que descubrirme si quería sacar algo de la mochila. Es una buena opción para una emergencia.
Ropa seca para el regreso
Antes de entrar en el coche para iniciar el regreso a la ciudad, quité el barro de las botas en un pequeño arroyo y en el automóvil tenía, además, otro calzado (es conveniente llevar también un par de calcetines y una camiseta seca cuando el viaje de retorno es un poco largo, para no enfriarse), calzado que no necesité utilizar en esta ocasión.
Al final, disfruté de una grata y larga caminata por el monte bajo la lluvia. También queda definida una idea más precisa del recorrido de A GRAN BIKEDADA 2025 en esa zona.