Son muchas las personas que se lanzan a la arriesgada aventura de la emigración sabiendo que por delante no tendrán un camino fácil. En este caso relatamos las desventuras de una joven emigrante a Europa, pero no las que se va a encontrar en destino, sino las que empiezan desde el primer paso.
Una mujer joven, con ojos humedecidos de haber llorado, se muestra nerviosa en un gran aeropuerto internacional en el que está haciendo escala. Acaba de perder el vuelo de enlace hacia su destino en un tercer país. Es su primer viaje, un poco a la aventura, en busca de un futuro mejor para ella, su hijo y su madre. Esta se ha quedado en su país de origen cuidando del niño. Se supone que esta joven confundida y llorosa tiene que ser el sustento de la familia.
Le ha echado mucho valor, porque no tiene nada seguro. Conoce a otra mujer en el lugar de destino, que le ha advertido de que las cosas tampoco están nada fáciles en Europa para la gente que llega sin papeles; pero ella busca otro horizonte para su familia. En su entorno lo está pasando mal y no piensa demasiado en los obstáculos con los que se va a encontrar, sino en mejorar las condiciones de vida de su familia.
Aprovecharse de la necesidad del prójimo
No vamos a hablar de esos obstáculos en el nuevo país, sino de la cantidad de depredadores que puede haber al acecho en busca que una presa fácil para –aprovechándose de su necesidad- sacarle lo que tiene. Esa situación puede darse ya en la propia agencia de viajes si los responsables de la misma carecen de ética, como era este caso.
Atender a la duración de las escalas de un billete de avión
“Sabía que lo iba a perder, no había tiempo, pero el encargado de la agencia de viajes no quiso cambiarme el billete”, se lamenta una y otra vez la joven, tras ver cómo el avión despegaba dejándola en tierra.
“Una 1 hora y 15 minutos era el margen de tiempo que tenía para realizar el intercambio de avión. Compré el billete por teléfono, porque la capital está lejos y en nuestro pueblo se suele hacer así”, continúa relatando la joven.
Era la primera que se veía en un gran aeropuerto internacional. Siente un sudor frío. La marea tanto movimiento: viajeros que se desplazan de prisa en todas las direcciones, dejando tras de sí la estela sonora del rodar de las maletas; rótulos de neón, últimos avisos por megafonía para el embarque… Ella no llegó a tiempo al suyo.
75 minutos es muy poco tiempo de escala en vuelos trasatlánticos para personas no nativas del país al que se llega, teniendo además en cuenta que la puerta de embarque se cierra 20 o 30 minutos antes. Si la escala es en EE UU el margen que debemos darnos es todavía más amplio, porque allí los controles van muy lentos.
Comparar precios entre agencias
Recuerda con rabia que cuando le pido al dependiente de la agencia que le cambiase el vuelo, porque no le iba a dar tiempo, este lo contesto: «Pídale a los agentes de aduanas que le hagan rápido las preguntas porque su siguiente vuelo va a partir en breve». Encima, con cinismo.
El importe de un billete de avión tiene un coste suficientemente elevado como para comparar precios entre varias agencias y, aunque no podamos comprar por internet, siempre es conveniente mirar en las plataformas de venta online. Sabremos si la agencia nos está cobrando un precio razonable o excesivo.
Una buena agencia de viajes nos dará asesoramiento y seguridad en la compra; por lo que no deja de ser una buena opción recurrir a ellas en determinadas circunstancias, aunque tenga un sobrecosto sobre los precios en plataformas web. Otra cosa distinta es cuando esa agencia está dispuesta a aprovecharse de la inexperiencia de su cliente.
No sucumbir fácilmente a la presión del “se agotan las plazas”
“Adquirí el billete tras el depósito previo del dinero (Q 23,000.00) en una cuenta bancaria que me dieron los de la agencia de viajes. Después me enviaron el billete por internet. Yo no me había fijado en los tiempos de escala. El empleado me tenía que haber avisado porque está habituado; pero solo me metió prisa para que comprase con la amenaza de que se agotaban las plazas”, sigue diciendo la joven.
“Yo me había hecho a la idea de partir en una fecha determinada. Esperas tiempo y tiempo, maduras y maduras la decisión y después tiene que ser aquel día o sientes que no será nunca”, añade la joven, arrepentida de haber caído en la trampa del vendedor de esta mala agencia de viajes, que sabe jugar con la impaciencia, el nerviosismo, la necesidad y los sentimientos de las personas.
Probar con varias fechas de salida para buscar la opción más económica
En estas situaciones en las que nos apremian, cabe recordar que suele haber aviones todos los días y el billete no siempre cuesta lo mismo, por lo que a la hora de buscar uno, es conveniente probar varios días de la semana distintos para el embarque, si no tenemos que llegar a destino imperiosamente en una fecha determinada.
Prestar atención a los países de escala y a la duración de esta
No hay nada anormal en el procedimiento que siguió para la compra del billete y la reserva del hotel.
“En nuestro entorno se suele hacer así”, explica la mujer y añade: “Donde vivimos no hay agencias de viajes, la capital queda lejos y se suele hacer de ese modo. Miras un precio -no sabes si caro o barato, es lo que hay- y, si te alcanza el dinero que has juntado con esfuerzo y préstamos, lo compras. No miras los tiempos de escala ni otros detalles. Se supone que te están vendiendo un billete acorde a tus necesidades, porque ellos son los profesiones”, reprocha la joven.
“Hubiese podido ver opciones de precios por internet, pero no tenía posibilidad de comprar online, no dispongo de tarjeta, y la referencia de esta agencia –situada en Ciudad de Guatemala- me la habían dado unos conocidos. Parece ser que era lo habitual y me confié”, añade.
Recomendamos tener presente por los países que vamos a pasar hasta llegar a nuestro destino. En algunos nos pedirán permisos adicionales a los pasaportes, tales como visas, y, como se ha dicho, en algunos deberemos prever un tiempo de escala más amplio, porque en el control de pasaportes suele haber habitualmente muchas retenciones por todos los requisitos que exigen.
Pernota inesperada y gasto imprevisto en hotel
La compañía aérea acabó poniendo a disposición de la joven un nuevo billete para su destino porque la pérdida del vuelo no se le podía imputar a ella; pero con partida al día siguiente. No le quedó más remedio que pernoctar en la ciudad en la que hacía escala. No sabemos si la empresa aérea estaba obligada en este caso a pagar también el alojamiento en un hotel; pero ella, atrapada en el aeropuerto, se vio aliviada cuando le ofrecieron el billete para el día siguiente y corrió con los gastos de la pernocta.
Pagar cama de hotel y dormir en litera
La nueva sorpresa llegó cuando se encontró en su destino. Había reservado una habitación de hotel para unos días; pero el establecimiento al que la llevó el taxista, según la dirección de la reserva, era uno de esos albergues en los que acumulan un número indeterminado de literas de dos camas en un cuarto. En su caso era una habitación con 6 literas y 12 camas.
Son establecimientos que utilizan con frecuencia los jóvenes que, en su deseo de viajar y conocer nuevos lugares, prefieren sacrificar intimidad –acceden hombres y mujeres- y comodidad en aras de la economía o personas con poco presupuesto. Pero unos y otros saben a donde van y han abonado un precio justo. La joven, por el contrario, había pagado una habitación de hotel y la alojaron en un cuarto múltiple de literas.
Hemos podido comprobar que en esta agencia de viajes es una práctica recurrente cobrar una habitación de hotel y ofrecer una litera, conscientes de que el cliente encontrará suficientes obstáculos en destino como para considerar ese un mal menor, que no es tal, porque billete de avión y hotel le salió por el “módico” precio de Q 23,000.00 (unos 2.600,00 euros) -en internet se pueden obtener por la mitad-, cantidad que tuvo que pedir prestada para iniciar una aventura muy arriesgada.
Siguen las desventuras de la joven emigrante
No paraban aquí las desventuras de la joven emigrante. En el aeropuerto suelen haber también personajes expertos en avistar a las leguas una ‘presa’ vacilante, indefensa… Son depredadores del sudor ajeno. El encuentro se produjo de este modo:
- ¿Necesita taxi, señora?, pregunta el “cazador”.
- No, un autobús, responde ella.
- ¿A dónde va?, insiste él
- ¿A tal lugar?, contesta ella.
- No está usted de suerte. Hoy es festivo aquí y no hay autobuses (mentira); pero la puedo llevar yo. No es lejos (exactamente a 16 kilómetros), le indica con amabilidad fingida.
Llegan al destino, al cuarto-dormitorio de literas, y el taxista le dice:
- Aquí es, señorita.
- ¿Cuánto le debo?, pregunta la joven.
- ¡100 euros!, responde el timador sentado al volante del taxi.
Pactar el precio antes de subir a un taxi
A la joven casi le da un vuelco el corazón. No sabe de precios, pero esa cifra le parece una barbaridad, por lo menos para lo que es su economía. No obstante, paga antes de ir a encontrarse con el timo del hotel, porque está en un país extranjero y lo último que quiere es empezar con una discusión.
Sabemos de la necesidad, del deseo de buscar nuevos horizontes, pero ese paso exige romper vínculos físicos, al menos temporalmente, con el entorno, con la familia, con los hijos… y eso duele. Luego está la angustia de no encontrar trabajo. Los ofrecimientos poco lícitos. El riesgo de caer en redes criminales, porque el tiempo pasa, el trabajo no llega y no hay de dónde sacar para pagar alojamiento y comida, ni para el retorno.