Niños perdidos en el laberinto del telestudio por lotes

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Telestudio e improvisación de la escuela en casa
Telestudio e improvisación de la escuela en casa (foto: Unicef-Daniele Volpe)

El telestudio o enseñanza online ha estado muy presente durante la pandemia de la Covid-19, pero no ha evitado que muchos niños y niñas se hayan encontrado perdidos en el laberinto del telestudio o enseñanza online, aplicada, además, por lotes o bloques. Para ellos, la situación ha sido sustancialmente distinta de lo que lo haya podido serlo para sus padres, por ejemplo, en el caso del teletrabajo.

Internet incorporado a las aulas
Internet incorporado aulas (foto de Facebook de la Escuela Colonia Nueva Vida – Guastatoya)

Telestudio y teletrabajo

Telestudio y teletrabajo parten de un mismo concepto, pero originan situaciones y acarrean consecuencias muy diferentes.

Muchos adultos –tampoco se puede generalizar- han visto en el trabajo a distancia forzado por el coronavirus una aspiración convertida en realidad, especialmente por la desubicación que ofrece, permitiendo desarrollar una labor profesional desde una segunda vivienda o desde un lugar remoto, incluso con horarios más flexibles. Y, además, haciendo uso de un material adecuadamente adaptado a la actividad.

Alumnos que pasaron de la alegría a la desazón

La situación para los estudiantes, especialmente los de primaria y básicos, ha sido muy distinta. En un primer momento –cuando se creía que el asunto podía arreglarse en dos o tres semanas-, los alumnos pudieron recibir con alegría la noticia de unas vacaciones inesperadas por el cierre de las aulas. Luego fueron llegando los problemas e incluso la desazón.

La pandemia podría apartar a 24 millones de niños de la escuela

El coronavirus trajo una crisis economía -además de la sanitaria- que no todas las familias ni todos los países pudieron asimilar de igual manera. En muchas casas, los niños tuvieron que contribuir con su esfuerzo a aportar los recursos indispensables para salir adelante durante esta pandemia. Muchos puestos de trabajo se han perdido y son los menos los países donde hay una cobertura social que dé amparo a los más necesitados.

La UNESCO cuantificó el efecto que la prolongada crisis de la pandemia del coronavirus podrá provocar en los estudiantes de todo mundo. Este organismo internacional indicó que unos 24 millones de jóvenes pueden haber sido ‘expulsados’ definitivamente del sistema educativo por los efectos de pandemia. Es decir, de aquellos a los que, por necesidades familiares, la crisis los ha empujado coyunturalmente a un mundo laboral no regulado, unos 24 millones seguramente no tengan oportunidad de volver a pisar una escuela.

Al cerrar las aulas muchos niños no pudieron conectarse a internet (foto de Facebook de la Escuela Colonia Nueva Vida - Guastatoya)
Al cerrar las aulas muchos niños no pudieron conectarse a internet (foto de Facebook de la Escuela Colonia Nueva Vida – Guastatoya)

Sin acceso a internet y maestros carteros

Otros estudiantes prácticamente han perdido el curso porque carecen de acceso a internet. Viven en lugares sin cobertura o no tienen medios para adquirir los dispositivos ni conectarse a la red de datos. Para algunos habrá habido alternativas como las de esos profesores que hicieron de carteros para llevarles el aprendizaje puerta a puerta. Casos ha habido, pero se han contado como extraordinarios. Han sido la excepción, entre otras cosas porque en la mayoría de los lugares esa práctica resulta inviable.

Sin la guía del maestro y la maestra

Otra gran dificultad que han tenido los alumnos ha sido la pérdida de la referencia del maestro o la maestra como guía. Hasta ahora se han mencionado casos de alumnos que sencillamente no han tenido oportunidad de recibir ningún tipo de enseñanza durante estos siete meses de crisis sanitario-económica; es decir, los que tuvieron que empezar a trabajar y aquellos que carecían de medios para conectarse a internet o al telestudio. Sin embargo, han sido muchos más los obstáculos.

Muchos estudiantes se han sentido desorientados. Un niño carece del sentido de la responsabilidad y del hábito de ponerse a estudiar por su cuenta todos los días por un espacio prolongado de tiempo, como si estuviese en la escuela. Eso es algo para lo que no estaban hasta todavía preparados los más jóvenes. Hasta ahora su obligación había sido asistir a clase y limitarse a seguir las pautas de los profesores.

Cada día de asistencia a clase, una jornada de aprendizaje

En el aula, las materias se les van presentando gradualmente a los colegiales y, además, son desgranadas con las correspondientes explicaciones del educador para que las puedan asimilar con mayor provecho. Con un poco de atención a las palabras del profesor en clase, los alumnos se van familiarizando en mayor o menor medida con cada tema.

Posteriormente, con unos ejercicios complementarios -deberes- van reforzando el aprendizaje de cada lección. En definitiva, cada día de asistencia a clase, con mayor o menor provecho según el alumno y el docente, es una jornada de aprendizaje. Eso ha faltado también durante el cierre de las escuelas por el coronavirus.

Casas sin el mínimo ambiente de estudio

Por otra parte, es prácticamente imposible encontrar en las viviendas de los sectores sociales más humildes un ambiente de estudio favorable. Mucha prole y reducidos espacios, cuando no tensiones familiares propiciadas por la propia pandemia. En ese aspecto muchos alumnos también echaron muy en falta la escuela. Ya antes de la pandemia algunos jóvenes nos confesaban que sus mejores momentos del día llegaban a la hora de acudir a la escuela, porque se alejaban de las disputas y de las riñas de casa.

Ambientes de estudio en casa muy desiguales
Ambientes de estudio en casa muy desiguales

Tareas por lotes o bloques

Sin ese contacto directo con la escuela de otros cursos, los estudiantes empezaron a recibir las tareas por lotes o por bloques. Esto les exigió, de nuevo, una preparación y una responsabilidad para la que no estaban preparados.

El alumno tenía que superar todos esos factores ambientales de la casa y, a continuación, estructurar adecuadamente cada lote de materias. Se tenía que imponer unas horas de estudio diarias, asignando a cada tema su cuota, para suplir las cinco horas diarias de clase más una o dos de deberes en casa.

Con los padres y las madres preocupados por llevar el sustento a casa, el niño/niña tuvo que organizarse para cada día dedicar un numero determinado de horas al estudio y, además, repartirlas adecuadamente entre todas las materias.

Algunas familias más pudientes económicamente habrán podido contratar profesores particulares para que les diesen clases a sus hijos, contando además con espacios adecuados en sus viviendas para que se pudiese realizar esta actividad educativa sin la menor dificultad. Pero son minoría estos casos.

Qué es acceso a internet en el telestudio

Y suponiendo que los niños y niñas hayan tan responsables y lúcidos para organizarse con ese sistema de tareas por lotes o bloques sin haber sido nunca preparados para ello, no encontramos con el acceso a internet. Cuando se habla de acceso a internet, se entiende cualquier dispositivo que pueda conectarse a la red de datos. No se entra a valorar ni la velocidad de navegación ni el tipo de aparato o pantalla.

La dificultad del telestudio en pantalla pequeña
La dificultad del telestudio en pantalla pequeña (foto: Unicef – Bernardino Soares)

Enseñanza online por celular o móvil

En el caso de que el niño/niña haya podido eludir la obligación de tener que trabajar para ayudar a la familia, de que hay sido muy responsable y, sin que nadie le haya dicho cómo, haya logrado organizarse para estudiar por bloques, con la fortuna, además, de que en su casa haya podido encontrar un mínimo ambiente de estudio… ya solo le quedaba ponerse a realizar las tareas desde su celular o móvil a la velocidad que capte. Porque esa es la única forma de acceder a internet en la gran mayoría de los hogares de los países menos avanzados económicamente.

En esas condiciones, hay que realizar consultas de estudio, leer y escribir en el teclado de una pantalla pequeña. Por más que la juventud esté adaptada a las redes sociales, resulta muy fatigoso realizar los trabajos escolares de ese modo.

Plataforma educativa

Finalmente, al joven estudiante ya solo queda entrar en la plataforma educativa, tipo Classroom, a la que tal vez nunca antes había accedido para entregarle las tareas al profesor. Para este puede ser muy cómodo enviar y recibir los trabajos escolares de sus alumnos por ese medio, porque además lo estará haciendo desde un dispositivo de pantalla grande; pero para algunos alumnos, en los últimos días del curso en Guatemala, está resultado muy agobiante el proceso.

Es esencial, además, el contacto con los compañeros que se pierde al cerrar la escuela, aunque algunos padres defienden ‘la escuela en casa‘ para los primeros años. Son en todo caso una corriente minoritaria -que además se lo puede permitir- y pocos países aceptan ese modelo. De ahí el énfasis que se ha de poner en el retorno de los niños y las niñas a las aulas. La otra cuestión es garantizar unas adecuadas condiciones de salud en estos tiempos de coronavirus.

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