El coronavirus encierra a los niños españoles en casa

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Niños en casa
Actividades para niños en casa

El coronavirus encierra a los niños españoles en casa. En realidad, en España la inmensa mayoría de la población -pequeños y adultos- lleva recluida en casa desde el sábado. Una experiencia inédita en nuestras vidas. La culpa la tiene el ya famoso coronavirus o Covid-19, el enemigo «invisible» que, como se sabe, empezó atacando en la provincia de Wuhan en China y se propagó por Europa, primero a través de Italia y a continuación de España.

Prohibido salir

Así estaremos durante 15 días, al menos. Ya dicen que será más porque frenar esta pandemia no parece cuestión a resolver en dos semanas. No podemos salir a la calle sin causa suficientemente justificada. Si lo hacemos nos exponemos a sanciones que pueden ir de 100 € a 1 año de cárcel.

Calles vacías

Las calles de nuestras ciudades se encuentran extrañamente vacías por culpa del enemigo invisible. El temor a que nos invada de repente, sin que nos demos cuenta, está en todas partes: en un saludo, por amable que sea, en una fruta, en un pasamanos, en el aire que respiramos… en cualquier superficie que podamos tocar.

Miro por la ventana y en calles habitualmente muy transitadas pasa un coche de cuando en cuando. Como antaño, podrían volver los niños a jugar al fútbol en la calle. Pero no les está permitido salir. No es que no se entienda, pero resulta paradójico que se pueda sacar a pasear el perro y no al niño.

Actividades para los niños

Este tendrán que hacer un ejercicio de paciencia impropio de su edad. Desde colegios y desde las redes sociales se han aportado a los padres una amplia batería de actividades para realizar en casa; pero el niño siempre necesita espacio para desplegar su vitalidad.

Para la población infantil va a ser una prueba importante. Unas familias tendrán que improvisar unas horas de escuela en casa, otras de ejercicios físico -si da el espacio- y tiempo para la televisión y las redes sociales, porque el coronavirus ha encerrado a los niños en casa

Escuela en casa
La casa, improvisada escuela

Nos invade la sospecha

La situación es novedosa. En las tiendas se recomienda que paguemos con tarjeta en lugar de con dinero para no entrar en contacto con la mano de la persona que nos atiende en la caja y que el virus no circule a través de la moneda o billete de un cuerpo a otro.

La gente entra al supermercado con guantes. También hay una técnica para quitarlos, tratando de evitar la contaminación, porque el pequeño enemigo, invisible al ojo humano, se propaga con extraordinaria facilidad.

Población infantil asintomática

Se dice que el coronavirus no afecta a la población infantil, aunque puede ser transmisora de la infección, y esto convierte a los niños en sospechosos permanentes. Los riesgos de la enfermedad se disparan en las persona de edad avanzada, alcanzando cifras de mortalidad importantes a partir de los 70 años.

También entran dentro el grupo de población de riesgo las personas de menos edad que la antes indicada pero con problemas cardiovasculares, hipertensión, afecciones respiratorias o con un sistema inmunológico débil. Y últimamente la alarma ha crecido porque se dice que incluso dentro del colectivo de no riesgo o de poco riesgo se están dando cuadros de gravedad.

Juegos en familia
Tiempo de juegos en familia

Comercio cerrado

Los únicos establecimientos que se permite que permanezcan abiertos de cara al público son los de alimentación, farmacias, quioscos de prensa y estancos. No se puede salir a caminar, correr o a pasear en bicicleta. Los niños tampoco pueden ir al parque.

Hoy en día, el coronavirus ya ha llegado prácticamente a todo el mundo. Si nos cuesta frenarlo en Europa, cómo será la situación en países con menos medios, por lo que desde el caso uno hay que prestar gran atención a esta situación, e incluso antes hay que poner en práctica medidas de prevención.

La casa como trinchera

De momento, llevamos dos días enclaustrados -atrincherados en casa, frente al enemigo- y la situación se sobrelleva bastante bien, pero ya empieza a chocar por momentos el deseo de salir a la calle con el deber de permanecer en casa.

En las familias con todos sus miembros mayores de edad, que son muchas en España, cada uno se organiza a su manera. A veces nos comunicamos entre nosotros a través de las redes sociales.

Esto, más que una medida de precaución, es un hábito adquirido. Participamos en el chat de un grupo con el mismo contacto físico los que estamos en la vivienda que los que están a kilómetros de distancia.

Las habitaciones de la casa son territorios separados y, el más del tiempo, cada uno habita el suyo. Coincidimos por lo general en algún momento en la puerta del frigorífico, delante del microondas o un rato delante de la televisión, como se coincide con el vecino en el ascensor. Estos días se tratan de evitar también ese tipo de encuentros.

Vigilancia de policía y ejército

La policía mantiene la vigilancia y también el ejército ha comenzado a patrullar por las calles de algunas ciudades para reforzar el control, porque dicen que muchos ciudadanos siguen paseando por los espacios públicos, haciendo caso omiso a las ordenanzas.

Los que tampoco han seguido mucho, al menos inicialmente, las recomendaciones han sido los dirigentes políticos, pues son ya bastantes los que se encuentran afectados.

Estamos ante una experiencia nueva, un escenario novedoso. En todo el mundo, mientras no se encuentre un remedio eficaz para combatir el coronavirus, hay que empezar a extremar las precauciones como si el “enemigo invisible” estuviese ya entre nosotros, porque se está demostrando que erradicarlo no es fácil.

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