Gorriones en mi tejado

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Gorriones en mi tejado
Gorriones en mi tejado

Al despertar por las mañanas, incluso casi antes de romper el alba, escucho el canto vívido de los gorriones en mi tejado. Según se dice, es una de las aves que más abunda en todo el planeta. Aunque comúnmente se le conoce como gorrión, este pequeño pájaro en algunos lugares recibe también el nombre de pardal, por el color pardo dominante en su plumaje, mucho menos vistoso que el de jilgueros, petirrojos… Su canto tampoco es tan melodioso como el de los propios jilgueros ni ruiseñores, pero alegra el despertar y también las horas del día.

Entre 7 y 13 años de vida

Los gorriones que yo escucho al despertar -y después por momentos durante el día hasta la caída del sol- anidan en el tejado de casa y bajan a la terraza. Supongo que los que trinan en estas mañanas de verano son descendientes de las primeras generaciones que se asentaron cuando el tejado de la vivienda fue renovado. Los gorriones suelen tener una vida media de 7 años en libertad y de hasta 13 en cautiverio.

Hábitat del gorrión
Gorrión habita en pueblos y ciudades

Habitualmente andaba entrando y saliendo en casa con prisa o entregado a distintas tareas y les prestaba poca atención a los gorriones de mi tejado. Los veía y salían disparados cuando intentaba acercarme a ellos. Son desconfiados (aunque no tan huidizos como el ruiseñor, por ejemplo), atendiendo a su instinto de supervivencia, que les dice que el ser humano es un auténtico depredador.

Construcción del nido

En la primavera, de cuando en cuando, me coincide verlos acarrear incesantemente briznas de paja o cualquier otro objeto que consideren útil, como jirones de tela, para la construcción de su nueva morada o para la adaptación de la vieja, en espera de la próxima anidada. Dicen que los gorriones son poco exigentes en cuanto a hábitat y alimentación se refiere.

Gorrión, pájaro común
Gorrión, pájaro común

Habitat

Su hábitat se extiende a pueblos, granjas, caseríos y ciudades; pero, aunque suelen huir, al menos mientras no nos ganamos su confianza, son dependientes del ser humano. Tanto es así que en los pueblos que se han quedado sin habitantes, también acaban desapareciendo los gorriones.

Plumaje pardo
Gorrión, también llamado pardal

Están entre nosotros todo el año. No como las golondrinas que ya no veo. Estas llegaban expresamente en la primavera para anidar. Recuerdo la alegría que me proporcionaba verlas aparecer cada año en el cobertizo de mi abuela paterna, para construir sus sofisticados nidos adheridos al alero del tejado o en una pared del establo. Esta especie tenía que ir mezclando paja con barro para que el nido pudiese colgar de paredes y aleros sin desprenderse.

Golondrinas

Me alegraba ver las golondrinas porque anunciaban la llegada del buen tiempo: más horas de luz diurna, temperaturas no tan frías y, sobre todo, menos lluvias. Pero no sé si seguirán viniendo cada primavera, porque ya no suelo ir por allí y porque, con el cambio climático, las costumbres de estas aves migratorias también han cambiado. En la ciudad no se ven.

Gorriones en mi tejado

Los gorriones en mi tejado buscan pequeños huecos debajo de las tejas para que sus habitáculos queden resguardados de la lluvia y del viento, que en casa, al estar en alto, suele soplar fuerte los días de tormenta, ya sea borrasca del sur o tormenta del norte.

Como la habitación está en el piso superior, puedo decir que tengo gorriones en mi tejado y, no sé si tal vez por eso, pájaros en la cabeza. Aunque considero que siempre debemos tener algunos pájaros en la cabeza, que nos inviten a soñar.

Fotografiando gorriones en mi tejado

Este fin de semana quise fotografiar alguno de los gorriones en mi tejado, dejándoles un poco de pan en una pared. Me costó, porque, como decía antes, son muy desconfiados. Tienen el sentido del oído y de la vista muy desarrollados y, en cuanto sienten el menor chasquido o el más leve movimiento, levantan el vuelo.

Reducción drástica de la población de gorriones
Reducción drástica de la población de gorriones

Tuve que gastar una barra de pan y algo de paciencia para poder tomarles unas fotos. He recordado que son bastante torpes al andar. En realidad, no saben andar. Dan saltitos con las dos patas juntas. Mamá y papá gorrión no les enseñaron eso de «echa primero una patita y después la otra».

En algunas de las fotos el gorrión mira fijamente a la cámara, porque sospecha que hay algo raro. No me pueden ver porque estoy oculto detrás de la ventana. Solo asoma por una rendija de la persiana la lente del objetivo de la cámara, inmóvil. Pero parece que ya solo eso les resulta sospechoso.

Los gorriones me espiaban

Otras veces, cansado de esperar a que apareciesen los gorriones en mi tejado, me daba la vuelta y me ponía a realizar cualquier tarea. Cuando me daba cuenta, ya se habían llevado el pan. Entonces comprendía que me vigilaban ellos a mí, más que yo a ellos. Es impresionante su instinto de supervivencia. Aun así, dicen que la población mundial de esta menuda ave está descendiendo de manera muy preocupante en los últimos años.

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