El hermoso valle del Motagua y sus pueblos tranquilos se merecen un futuro en paz y sin violencia. Esa es la primera premisa para hacer frente a los retos que tiene por delante, que son muchos. Si falta seguridad, si existe impunidad, si se acepta la violencia como algo habitual no será fácil progresar como pueblo, región o país.
Potencial
Duele pensar que la lacra de la violencia pueda comprometer el futuro de tanta gente. El triple asesinato del lunes en Teculután –además de doloroso- resulta descorazonador. En principio, visto muy fríamente, parece que afectase a sus familiares y allegados, pero es un golpe para todos. En ambientes de coacciones y extorsión, los pueblos no pueden desarrollar todo su potencial. Es una condena general.
Mediocridad
Se necesita el talento, la iniciativa de la gente para progresar y un buen ambiente para desarrollarlos. Después será necesaria una buena política social para que los bienes producidos se repartan de un modo justo. Pero si el clima es de coacción y miedo, el techo máximo lo marcarán siempre la mediocridad y brutalidad de los violentos.
De ese modo, los pueblos estarán secularmente condenados a la pobreza. Los niños sufrirán más, los jóvenes tendrán menos oportunidades… Así no se hace país.
Un antes y un después
Por eso, definitivamente, hay hechos que deberían servir para marcar un antes y un después en la historia de los pueblos. Este podría ser uno de ellos. Después de actos tan violentos como el del pasado lunes en Teculután, no se puede dar sepultura a las personas fallecidas y seguir con la normalidad.
Normalidad ficticia
Hay que romper con la normalidad cuando esta solo invita al silencio, al olvido o a desviar la mirada hacia otro lado ante la injusticia. Hay que romper con esa normalidad ficticia que solo empobrece a los pueblos, espiritual y materialmente.
Ha sido asesinado un representante del pueblo, elegido democráticamente, y, por lo tanto, indirectamente hay que entenderlo también como un ataque a todos los alcaldes por parte de aquellos que quieren imponer la violencia ante la Ley.
Nuevos valores
El pueblo de Teculután, todas las personas demócratas de los pueblos del Valle del Motagua y el país, en general, deberían mostrarse ahora con más determinación que nunca para romper con la normalidad engañosa y dar un paso decidido hacia una sociedad con nuevos valores. En ella no puede tener cabida la violencia y, menos, esta violencia salvaje.
En el recuerdo, las tres personas brutal y cobardemente asesinadas el pasado lunes: el alcalde del municipio, César Augusto Paz Castañeda, y sus escoltas: Raúl Mauricio Aguilar Tovar y Maynor Maximiliano Macú Córdova.