Incidencia del río Hato en la economía de la municipalidad

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Entre raíces y fuentes de aguas salientes de rocas de la espectacular piedra del Rayo, situada en la aldea Los Albores sobre las elevadas montañas de la Sierra de las Minas, nace el Río Hato, el cual baja por quebradas y atraviesa aldeas del municipio de San Agustín, con sus aguas más escasas y claras en verano y turbias y torrentosas en épocas de invierno, para desembocar en el río Motagua o río Grande en el lugar conocido como Los Encuentros, en Aldea Magdalena.

Su recorrido se aproxima a los 28 kilómetros, cruzando por lugares como: Puente de los Albores, Aldea el Cajón, Finca las Misiones, Aldea el Baúl, Aldea Chanrayo, Aldea el Cimiento, Aldea Puerta de Golpe, Aldea el Bado Ancho, Fincas el Chical de San Agustin, Aldea Llano de Jesús, Puente de San Agustín, Aldea Aguayel, Aldea Guaytan y Aldea las Vueltas, antes de llegar a Aldea Magdalena y Puente Hato (kilómetro 91, Carretera al Atlántico).

Río Hato vienen siendo utilizado principalmente para riegos de fincas, desde muchas décadas atrás hasta la actualidad; y sirve también como centro de recreación para familias de este municipio y viajeros que atraviesan el Puente Hato, que a menudo se detienen para refrescarse. En épocas de fiestas patrimoniales atrae turismo por sus crecientes aguas.

Soporte económico

El Hato es también un buen sostén económico para muchas familias del municipio de San Agustín Acasaguastlán por su pesca, antes más abundante. En sus aguas se crían sabrosas variedades de peces: camarones, lichas, mojarras, guares y otros. El río juega un papel importante en la débil economía familiar de la zona al proporcionar pesca y riego para los cultivos.

En los últimos tiempos su estado viene preocupando a las autoridades locales y vecinos, ya que sus aguas han decrecido en más del 40% a causa de la falta de lluvias y al incremento de finqueros, quienes toman el agua directamente por las orillas o la bombean con motores impulsados por gasolina para el riego de plantas frutícolas; esto hace que el caudal que llega a Aldea Magdalena sea escaso, viéndose seriamente afectada la mitad de la población de la aldea. La de la parte alta.

No podemos olvidar otra amenaza, la contaminación. El crecimiento demográfico y una falta de una infraestructura de saneamiento adecuada, hacen que muchos residuos vayan a parar al cauce del río, desencadenando una nueva serie de problemas que necesitarían una atención urgente.

Debido a la “Divina Misericordia” (como lo dicen los vecinos de la comunidad), en el kilómetro 91, a orillas de la carretera al atlántico, Aldea Magdalena, nace el manantial Bambú, que abastece agua a la parte baja de Aldea Magdalena para consumo propio, para el riego de fincas y para el lavado de ropa sobre rocas sumergidas en el río.

Rio Hato, en su camino, se alimenta a su vez de pequeñas corrientes, riachuelos y nacimientos de agua.

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