El Jícaro es un pueblo bello y también uno de los ocho municipios del departamento de El Progreso (Guatemala). Díríase de él que es también un pueblo tranquilo o tal vez cansado. La vida en este municipio oscila en un difícil equilibrio de contrastes. El Jícaro es una población típica del curso medio del valle del río Motagua, en la zona del Corredor Seco de Guatemala.
Cada pueblo, grande o pequeño, tiene una historia que contar, ya sea en presente, en futuro o en pasado. La historia de El Jícaro, en algunos aspectos, parece más bien que se escribe en tiempos pretéritos. Quizás por eso tiene un encanto difícil de explicar, que percibe el viajero que no busca grandes monumentos, sino cosas menudas con las que deleitarse, evadirse y, a veces, conmoverse. Es una de esas localidades que hemos incluidos en la denominación de «pueblos tranquilos» del valle del Motagua.

Otro acalorado viaje
He vuelto a viajar en un microbús de línea regular. El vehículo, como los del día anterior, daba signos de estar curtido en mil batallas. Se apreciaba en las muescas que ofrecían asientos y tapicería, pero al mismo tiempo se veía muy aseado.
De hecho cuando fui a pedir información al conductor, este se encontraba ocupado en la limpieza del salpicadero. Pasaba el paño con fruición. En estos viajes siempre es inevitable apretujarse y sudar. Esta vez, más al regreso que a la ida.
Vistas a la Sierra de las Minas

Sierra de las Minas desde El Jícaro
Decidí ir a El Jícaro por proximidad y buscando de nuevo una ruta paralela al río Motagua, que es una de las prioridades de InfantiaN, pero por la otra margen, la derecha. De este modo, podía tener una perspectiva más amplia de las montañas de la Sierra de las Minas. Embarqué pronto y pude elegir asiento. Una ventanilla del lado izquierdo, con vista a la montaña.

En vía muerta
La vida de esta localidad de la ribera derecha del río Motagua y casi frente por frente con San Agustín Acasaguastlán, discurre entre la carretera principal, en la que se ubica el mercado, y la vía muerta del tren que antaño iba de costa a costa, del Pacífico al Atlántico; con la iglesia de la Sagrada Familia como contrapunto, más en el alto del pueblo.

Municipio desde 1908
Empezó siendo una aldea de San Cristóbal Acasaguastlán, hasta que fue declarado municipio en 1908. Su débil economía se basa esencialmente en la agricultura. A la entrada, a ambas márgenes de la carretera, se divisan cultivos de melón, sandía, tomates y limones, en mayor medida. También los hay de frijol y maíz para consumo familiar, principalmente, y de loroco.

En algunos textos sobre El Jícaro se citan artículos artesanales elaborados en el municipio, pero los echamos en falta en el mercado de la calle principal, centrado en el cliente interno y, abastecido, por lo tanto, con productos agrícolas de consumo diario.

Las torteadoras de las tortillas de maíz también abundan, dando a entender que se comercializa prioritariamente aquello que es de primera necesidad, alimentación, ropa y calzado.
Jícara y morro
Jícara fruto Morro maduro Morro en el árbol Flor de morro
El nombre de El Jícaro, según nos comentaron, se debe a que en la zona hay muchas jícaras. Su fruto recibe el mismo nombre. De la misma familia es el morro, apelativo que se utiliza también tanto para el árbol y como para el fruto. Este último se diferencia de la jícara en que tiene una forma más redondeada. La jícara es alargada, tipo pera.
Nos apuntan también que tiene ciertas propiedades curativas para afecciones de garganta y que el morro, en concreto, por su forma redonda, se utiliza para confeccionar instrumentos de percusión, una especie de maracas. Tampoco he podido encontrar ningunas a la venta.
Festividades locales
Iglesia Sagrada Familia – El Jícaro Interior Sagrada Familia – El Jícaro
Las festividades principales de El Jícaro son Semana Santa, la Feria de El Jícaro (31 de agosto) y la Sagrada Familia (20-28 de diciembre). Su iglesia principal, destinada al culto de la religión católica, es precisamente la de la Sagrada Familia.
Parques y espacios recreativos
Delante de la iglesia está la Plaza de la Sagrada Familia, un lugar agradable con otra gran ceiba (árbol emblema nacional) dentro del recinto, añadiendo solemnidad y frescura al lugar.
Abajo, en la calle principal y frente a la municipalidad, está el parque propio de la localidad de El Jícaro, con una serie de pérgolas que garantizan la sombra y unas jicaras, el árbol representativo del municipio.
A escasos metros de la iglesia de la Sagrada Familia se encuentran el Estadio Municipal de El Jícaro y el Turicentro, con piscinas. No pude visitarlo porque cierra al mediodía.
Desde la municipalidad me citan como atractivo turístico el Ojo del Agua, un nacimiento de agua, aunque cuando digo de acercarme a verlo me advierten que el lugar está muy descuidado, como si en este momento no mereciese demasiado la pena el viaje.
En su lugar opto por visitar la antigua estación, que si figura en el escudo del municipio alguna relevancia tendrá. El emblema de la localidad también incluye la iglesia de la Sagrada Familia, pero no la jícara, el árbol que da nombre al municipio.
La antigua estación del tren

Cuando veo el estado de abandono de la estación al lado de la vía muerta del tren, comprendo mejor la situación, o aquello que también me dicen: “En El Jícaro hay poco futuro. Los jóvenes se marchan a trabajar a otros lados”. En nuestro país también sabemos de la “España vaciada”.
En estos pueblos, en cualquier caso, la impresión es distinta a la que podemos percibir en Europa, porque hay un alto índice de natalidad y al ver niños la impresión es de que siempre hay futuro. Otra cosa es poder decir qué clase de futuro.
Volviendo a la antigua estación, considero que es una auténtica joya que habría que intentar recuperar lo antes posible.
Estudios gratuitos
No obstante, también me cuentan que los estudios en El Jícaro son gratuitos en muchos grados y que, por eso, acuden a estudiar al municipio jóvenes de otros pueblos de los alrededores. Incluso la carrera de abogado a los naturales de El Jícaro les sale gratis en la Universidad Rural.
Son unos estudios de 5 años, con un solo día presencial a la semana, los domingos. De este modo los jóvenes pueden compaginar sus estudios con una actividad laboral, difícil de encontrar «fuera de los cargos o contratos que derivan las instituciones públicas», me dicen de nuevo.
Esperar lo que no va a venir
El clima es caluroso en El Jicaro, la temperatura media mínima anual está por encima de los 20º C. Esto crea un ambiente de calma manifiesta. Se aprecia. La gente se sienta largo tiempo… a esperar tal vez a que pase el calor o a que pase el tren. Esperan sin perder la paciencia, aunque saben que ni uno ni otro van a pasar.
Jornaleros al sol
Por otro lado, vemos a los jornaleros trabajar en el campo, con ese sol implacable sobre sus cabezas, por bajos salarios, y entendemos que la vida en Corredor Seco de Guatemala es una cadena de contrastes, un difícil equilibrio, que no pasa desapercibido a los ojos del viajero y que cala en su interior.
Me hablan de la ruta comercial prehispánica, de la hispánica también, de la ruta del tren de costa a costa y siento como si por El Jícaro hubiese pasado ya la historia. Sin embargo, hay gente joven y cosas por hacer en este pueblo con unas majestuosas vistas hacia la Sierra de las Minas.
Relatos muy bien logrados, una persona observadora que desnuda muy bien nuestra dejadés, nuestros descuidos a no apreciar lo nuestro, nuestra historia y como usted muy bien lo dijo en su relato de San Agustín… que vengan primero los turistas y después nos preocupamos por darles lo que buscan.
Hola Rolando, ha sido una muy gratificante experiencia recorrer algunos de esos pueblos del valle del Motagua. Es cierto que deberían cuidar un poco más algunas de sus construcciones porque son valiosas. Pero seguro que, poco a poco, se irá tomando conciencia.