El helado es un producto especialmente deseado por niños y niñas. Por eso abordaremos el tema helados e infancia. El helado ha dejado de ser, además, un producto típico del verano para pasar a consumirse todo el año, aunque sea en la época estival cuando la demanda se dispara.
Los/las nutricionistas no ponen reparo a que los niños/niñas tomen helado de vez en cuando, sobre todo si se vigila que en su composición no entran excesos de grasa (especialmente las vegetales) ni azucares. No obstante, hacen una serie de recomendaciones y también distintas matizaciones según se trate de helados artesanales o industriales, o dependiendo de los productos con los que hayan sido elaborados.
Helados artesanales e industriales
Entre artesanales e industriales, la mejor opción suelen ofrecerla los primeros, por lo general, con menos aditivos en su composición. Los industriales suelen contener grandes cantidades de grasas y azúcares. Grasas por lo general vegetales y, por tanto, poco recomendables. Aunque los artesanales, si son caseros, tampoco ofrecen por lo general un etiquetado riguroso. En ese caso, tendremos más dificultades que en el caso de los de elaboración comercial para conocer sus ingredientes y proporciones de combinación de cada uno de ellos.
Hoy en día hay un compromiso serio por parte de los fabricantes por ofrecer productos cada vez más sanos, entre otras cosas porque se lo demandan el consumidor y los organismos encargados por velar por nuestra salud.
Crema, leche o yogur
Los de crema y leche son muy nutritivos –proteínas, calcio y vitaminas A y D- y también sabrosos, aunque contienen más porcentaje de grasas, especialmente los primeros. E incluso pueden ser enriquecidos con frutas, añadiendo vitaminas C y E. Por otra parte, ralentizan la absorción de la glucosa y, por ese lado, son una buena opción, tomados siempre a partir de la edad en la que el organismo del niño/niña empieza a tolerar el consumo de derivados lácteos, por lo general después de los 9 meses.
Los helados elaborados a base de yogur suelen aumentar incluso el porcentaje de grasas saturadas y azúcares. Y si hablamos de los de hielo, los típicos polos, hay que decir que en su composición se encuentra azúcar (jarabes o néctares) en grandes cantidades, además de conservantes y colorantes. Por ello, pueden producir alergias a las personas más proclives a ellas.
Cómo tomar los helados
Añadir, por último, que deben tomarse despacio, degustándolos en la boca, derritiéndolos un poco. Ingeridos de prisa y en porciones más grandes de lo conveniente, hacen que con el frío repentino se contraigan los vasos sanguíneos del paladar, llegando a producir ese dolor de cabeza pasajero que tal vez en alguna ocasión ya hayas experimentado.