En los cursos medio y bajo del valle, paralelamente al cauce del Motagua, discurre otro río, este de asfalto. Nos referimos a la conocida Ruta del Atlántico. Se la conoce también como carretera Jacobo Árbenz, en honor al presidente de Guatemala (1951-1954). Es muy importante para nosotros por ser la salida que tenemos en Magdalena (San Agustín Acasaguastlán) tanto hacia la costa este del país (oriente) como para dirigirnos a la capital, a occidente y también al norte de Guatemala (las Verapaz y Petén). El presidente Árbenz ordenó su construcción con el objetivo de unir la capital con la costa atlántica en un recorrido de casi trescientos kilómetros. Debería llegar hasta la ciudad de Puerto Barrios, buscando una alternativa al ferrocarril.

Encuentro en Las Champas

Carretera y río se encuentran a la altura del cruce de Las Champas (San Agustín Acasaguastlán) y se separan una vez superada la localidad del Los Amates (Zacapa). A esa altura, el río se va acercando la frontera hondureña y la carretera busca la bahía de Amatique, en la que se enclava la ciudad de Puerto Barrios. No es necesario abundar en la importancia que esta vía de comunicación tiene para el departamento de El Progreso, que nació, más que como alternativa, como competencia directa al ferrocarril en 1951, año del inicio de las obras en la capital de la nación.

El presidente Justo Rufino Barrios, en la segunda mitad del siglo XIX había señalado la conveniencia o necesidad de construir el Ferrocarril del Norte entre Ciudad de Guatemala y el océano Atlántico. Sus indicaciones fueron de que el trazado debería ir ¨tan ceñido al curso del río Motagua como las condiciones del terreno lo permitiesen”.

Por su parte, Jaboco Árbenz indicó que la nueva carretera debería ir pegada a la vía férrea. Esto fue así porque surgía como competencia directa del ferrocarril en un intento –finalmente, exitoso- de acabar con el monopolio que desde principios del siglo XX mantenía la empresa norteamericana IRCA en el transporte de largo recorrido en esta zona oriental de Guatemala y en todo país, en general.

La construcción de la carretera se inició en 1951

Las obras de esta crucial vía de comunicación –en los mapas aparece también con la nomenclatura CA9- se iniciaron en la capital el 2 julio de 1951. Según se lee en información de la época, arrancó con la ayuda de “oficiales del ejército y 450 hombres de tropa”.

Algo más de un año después del inicio de la obras, en el Consejo de Ministros del 20 de noviembre de 1952, el presidente Jacobo Árbenz Gúzman señalaría que esta importante obra se realizaba con el objetivo de “establecer una infraestructura física indispensable para el desarrollo nacional y romper con los monopolios de Estados Unidos”. Era una de las principales medidas de la ley antimonopolio que estableció el nuevo presidente.

Vía para acabar con el monopolio de UFCO e IRCA en el país

La Ruta del Atlántico quería acabar con el monopolio que en el transporte de largo recorrido, así como en otros sectores, habían establecido desde comienzos del siglo XX en Guatemala –a imagen de otros países de Latinoamérica- la UFCO (Unitet Fruit Company) y su filial IRCA (dueña a mediados del siglo XX de la práctica totalidad de las líneas férreas del país).

En realidad, la carretera Jacobo Árbenz, más que competencia, fue el golpe definitivo al Ferrocarril del Norte. Este medio de transporte en la década de los cincuenta del pasado siglo era ya muy deficitario y prestaba un servicio muy deficiente. Se achacó su baja rentabilidad a la falta de mantenimiento tanto de la línea férrea como de los convoyes del ferrocarril que transitaban por ella. La carretera se inauguró, finalmente, en 1959.

Unión entre oriente y occidente

Hoy la Ruta del Atlántico es el nexo de unión entre oriente y occidente y una infraestructura esencial para la economía de los pueblos situados a lo largo del valle. Por ella se da entrada y salida a las mercancías y a la producción de los pueblos situados a orillas del Motagua. A lo largo de su itinerario se levantan distintos tipos de negocios, fundamentalmente, del sector servicios: restauración, hoteles, talleres del automóvil, etc. Podría decirse que es la ‘gran empresa’ común a todas la localidades del valle, porque estos establecimientos de sus orillas generan empleos a hombres y mujeres, convirtiéndose en el sostén económico de muchas familias en una zona poco industrializada.

La Ruta del Atlántico atraviesa la localidad de Magdalena, dividiéndola en dos partes: norte (la que limita con la cabecera municipal, San Agustín Acasaguastlán y Sierra de las Minas) y sur (la que roza la orilla del río Motagua). Para evitar esta barrera y unir las dos partes de la localidad se necesitaría el soterramiento en un ciento de metros de la carretera al paso por Malena, como ya hemos expuesto en Utópica Malena.

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