Empoderamiento de la mujer: historia de una madre

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Madres y empoderamiento de la mujer
Madres y empoderamiento de la mujer

El avance de la sociedades actuales se mide en gran medida por nivel el empoderamiento de la mujer en ellas, algo así como el grado de protagonismo que pueden llegar a adquirir en los distintos estamentos sociales en situación de igualdad y equidad con el hombre. El termino empoderamiento de la mujer (‘woman empowerment’, en inglés) se utilizó por vez primera en la Conferencia Mundial de las Mujeres celebrada por Naciones Unidas en 1995 en Pekin.

El nivel de empoderamiento de la mujer varia de manera muy acusada de unos países a otros, siendo en aquellos entornos sociales más vulnerables -podemos hablar también de países menos desarrollados- donde el déficit de oportunidades para la mujer es sensiblemente mayor.

Justicia y extrema urgencia

En cualquier lugar y circunstancia, pero especialmente en los países en desarrollo, la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer, además de una cuestión de justicia, es un asunto de urgencia extrema por la suma de sufrimientos que se encadenan. Detrás de las penurias de una mujer, con mucha frecuencia, están las de sus propios hijos e hijas, cuando no también de personas ancianas a su cuidado.

‘Ella’

Los ejemplos son muchos. Traemos a colación uno de tantos, protagonizado por ‘Ella’ (nombre ficticio, con el que queremos representar a esta mujer y a otras muchas madres jóvenes de su país y de otros lugares del mundo). ‘Ella’ nació en una aldea de Guatemala, en el seno de una familia con 7 hijos, mirando al río Motagua.

De niña siempre se imaginó que otra vida era posible; pero hay realidades pegajosas, espesas, en las que resulta muy difícil despegarse y remontar vuelo, por más que se eleven los sueños. Y es que en determinados ámbitos sociales, entre la vida soñada y la vida real suele haber un abismo insalvable.

‘Ella’ creció y se educó como cualquier joven del lugar entre tareas domésticas, juegos, carencias, risas, llantos y escuela. Al menos, pisó la escuela. Y como brutal complemento, vivió también una experiencia traumática de abusos sexuales, que intenta apartar de su pensamiento.

Sueños y destino

Como sus amigos y amigas de adolescencia, también se imaginó –deseó- la llegada del día de formar su propia familia y encauzar una vida que le permitiese sentirse realiza; pero en la vida no siempre se sincronizan sueños y destino. Muy por el contrario, suele ser frecuente que caminen algo o bastante separados. Pero hay otras ocasiones en las que sueños y destino toman caminos totalmente opuestos. Entonces, el soñar deja de tener sentido, en el interior de la persona se apaga toda esperanza, en ocasiones, a edades demasiado tempranas y la vida pierde todo el sentido.

Superada la barrera de los 30 años, ‘Ella’ sigue en el hogar paterno. Podría valorar la posibilidad de “volar del nido”, como suelen hacer con frecuencia los jóvenes varones del entorno; pero es madre y único sostén de sus dos hijos de 7 y 1 años. Su caso no es único ni en su aldea ni en cientos de aldeas en las que una opción natural es la emigración.

Distancia entre vida soñada y vida real

En una humilde morada, construida en adobe, dividida en cocina y cuarto, además de una letrina y un pequeño aseo, comparten vivienda sus progenitores, tres de sus siete hermanos, ‘Ella’ y sus dos hijos. Hubo un tiempo en el que la joven creyó que podría devolverle a sus padres parte del esfuerzo que hicieron por criarla y darle unos estudios elementales que de poco le valen, porque el trabajo en la aldea es muy escaso y, por lo general, informal.

Madre soltera

Pensó que podría formar una familia y tener su propia vivienda, junto a su pareja e hijos; pero, como suele suceder con más frecuencia de la deseada, especialmente en entornos sociales vulnerables, la vida le tenía reservada otra opción que no había pedido: asumir como madre soltera la crianza y educación de sus hijos en un lugar con muy escasas opciones de trabajo y compartir la humilde vivienda de sus padres -en el ambiente cálido en exceso del trópico-, donde se apretujan ocho personas.

Un espacio con un poco de intimidad

Ni vivienda, ni familia en el sentido convencional… Rebajando mucho aquellos sueños iniciales, ahora ‘Ella’ se conformaría con disponer de un espacio para sí misma y para sus hijos en el que poder disfrutar, al final del día, de un poco de intimidad. Pero no hay de dónde sacar. Su mayor preocupación es que a sus pequeños «no les falte de nada», dice, aunque la realidad es que a día de hoy el hijo menor carece de algo tan elemental como atol, pañales… Sus vecinos llevan varios días sin llamarla para que les lave la ropa en el río o para que les haga tal o cual tarea por unos pocos quetzales.

La joven madre, consciente de lo arisca que puede ser la realidad, no habla de lograr esas pequeñas y elementales aspiraciones hoy, sino tal vez de mañana o el próximo año o el siguiente o cuando a los niños les haya pasado al infancia sin oportunidades de desarrollarse y formarse adecuadamente…

Empoderamiento de la mujer e infancia

No tendría sentido avanzar en el mundo de otro modo que no fuese con la proa orientada hacia la búsqueda de sociedades más justas. Y una pieza clave en la justicia social es un empoderamiento real de la mujer, de modo que pueda participar en ella en condiciones de igualdad y equidad. De nuevo conviene recordar que detrás de las penurias de una mujer, con mucha frecuencia, están las de sus propios hijos e hijas, cuando no también de personas ancianas.

‘Ella’ quisiera que la vida soñada y la vida real llegasen un día a parecerse un poquito. En su resignación, no pide que sea hoy o mañana… Un día.

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