Magdalena en una población de San Agustín Acasaguastlán en el Departamento de El Progreso, Guatemala. En los documentos oficiales aparece como Aldea Magdalena, pero en los últimos tiempos ha crecido lo suficiente como para que tal vez puede haber alcanzado la categoría de pueblo. Nosotros no nos detenemos en esas cuestiones y simplemente la llamamos Malena.
Es posible que hayas pasado por Malena alguna vez, sobre todo si eres de Guatemala, porque está atravesada por la muy concurrida Ruta del Atlántico, carretera que une el oriente y el occidente del país; pero seguramente ni te hayas dado cuenta, o simplemente te hayas detenido a repostar gasolina en una de las dos gasolineras que están al borde de la carretera.
Cometa, barrilete
Podríamos decir que Malena tiene forma de cometa o barrilete, con una zona principal donde se aglutinan la mayor parte de las viviendas, redondeada y casi tocando el río Motagua, y la cola estirándose con una hilera de casas hacia el norte en dirección a San Agustín Acasaguastlán, paralela al río Hato.
El núcleo urbano de Malena está atravesado de este a oeste por la ruta del Atlántico, también conocida como la carretera Jacobo Árbenz Guzman, en honor al presidente de la república de Guatemala bajo cuyo mandato se inauguró esta importante vía.
Pasen y vean Malena
Te invitamos a un recorrido por la aldea. En Malena tenemos dos escuelas, la Escuela Oficial Rural Mixta INEB Magdalena, donde se imparten los ciclos de primaria y básico, y la Escuela Oficial de Párvulos Magdalena. Esto permite alcanzar un índice de escolarización alto, aunque el problema suele surgir posteriormente con el abandono escolar prematuro.
En el centro de la aldea está el lugar llamado Cruz, en el que se abre la calle principal del pueblo. Es amplia y está adoquinada. Suele mantenerse bastante limpia, por lo que se ve agradable.
Aunque para ello a veces es preciso hacer un recordatorio a la gente. Así, en un poste cuelga un cartel que dice: “La limpieza es salud. Cuida tu aldea”. Y ciertamente, la higiene es fundamental para evitar la aparición de roedores e insectos transmisores de un buen número de enfermedades infecciosas.
Algunos vecinos improvisan una tienda ambulante en la calle, donde venden sobre todo golosinas para los niños y refrescos. Es una forma de ayudar a la precaria economía de muchas familias.
El lujo de jugar en la calle
Al lado de la escuela hay un pequeño parque que construyeron para los niños de la aldea alumnos de la Universidad San Carlos. Tiene unos columpios, un pequeño tobogán y algún material reciclado. Es muy modesto, pero sirve a los pequeños como punto de reunión y de juegos, muy beneficiosos para el desarrollo en la etapa infantil.
Niños y niñas malenecos disfrutan jugando a las escondidas, a brincar en las llantas, a deslizados y colgantes en este parque. En otra parte de la aldea hay instaladas asimismo unas camas elásticas. Tienen también mucha aceptación. Los pequeños saltan y se divierte igualmente en estos aparatos. En realidad no necesitan demasiado para pasárselo bien.
Además, en la época de más calor, niños y mayores disfrutan de refrescantes baños en el río Hato.
Sedentarismo tecnológico
La propia calle Principal suele ser otro lugar de reuniones de niños y jóvenes. En ella también improvisan juegos como el pegapega o pasean en bicicleta. El hecho de ser un lugar tranquilo y con escaso tránsito de vehículos, todavía permite convertir la calle en un escenario de juegos, algo poco frecuente en las ciudades de hoy en día.
En ese sentido, nuestros pequeños puede decirse que son aún afortunados, porque hay voces que advierten: “Salir a la calle y prácticamente no ver a ningún niño o joven jugar al fútbol o a la pelota, o corretear en las aceras como protagonistas del viejo juego del policía y el ladrón, resulta una realidad cuanto menos preocupante”.
Esto es consecuencia de lo que llaman “sedentarismo tecnológico”, una tendencia que se extiende por todo el planeta a gran velocidad, haciendo que los niños se recluyan en sus cuartos con sus aparatos electrónicos, renunciando al contacto directo con sus amigos y a realizar la actividad física necesaria.
Abuso de móviles/celulares
Investigadores canadienses publicaron en The Lancet Child and Adolescent Health un estudio realizado en 4.500 niños de 8 a 11 años. En él dicen que el abuso de las nuevas tecnologías -móviles (celulares), pantallas, videojuegos o televisión-, afecta al desarrollo cognitivo del menor.
Y se apuntan como consecuencias negativas de esta tendencia: alteración de la rutina del sueño, menor creatividad e imaginación, merma de habilidades de lenguaje, de la función ejecutiva, de la memoria episódica, de la atención, velocidad de procesamiento o memoria de trabajo.
La pasarela que nos une
El núcleo urbano de Magdalena se encuentra atravesado por la carretera Ruta del Atlántico, como se exponía antes. Por fortuna, tenemos una pasarela que la atraviesa por encima, a una considerable altura. Esta instalación evita que los niños que bajan de la parte alta de la aldea a la escuela o al parque, ubicados en la zona baja, tengan que cruzar la carretera, esquivando un peligro real.
Sin esta pasarela sobre la carretera, los vecinos de la arriba y los de abajo de la aldea vivirían bastante separados. Cruzar la carretera general, que soporta un denso tránsito de vehículos pesados, tiene un considerable peligro.
Salón comunal y campo de fútbol
La aldea cuenta con un consejo comunal, el COCODE de Magdalena, y con un salón multiusos en la parte de arriba del pueblo, mientras que abajo, a la vera de la carretera y lindante a su vez con el río Motagua, se extiende una explanada que hace las funciones de campo de fútbol y que, ocasionalmente, también acoge otras actividades.
Por ejemplo, el pasado mes de octubre se celebraron unas carreras a pie y en bicicleta, la denominada Olimpiada de la Cooperación. La organizó Social Ciclismo Fan Manager en su tercera edición, dejando de nuevo un recuerdo muy grato. Esta asociación impulsa la revista InfantiaN, un proyecto que quiere crecer en Malena para centrarse en la infancia, la naturaleza y la vida y cultura de los pueblos del Motagua.
Agua potable de la Sierra de las Minas
El pueblo tiene agua corriente en las casas. Eso es algo muy importante en una zona en la que no abunda el agua potable. Por lo general, tenemos que racionarla, especialmente en épocas de sequía. El manantial no da para abastecer a toda la comunidad durante todas las horas del día, pero, aun así, es un privilegio tener agua en casa de tan buena calidad.
Procede de un manantial que nace en la aldea Los Albores, entre cafetales, unos 20 kilómetros monte arriba, al lado de la Piedra de Rayo y muy cerca también del nacimiento del río Hato.
Iglesias católicas y evangélicas
Las antiguas iglesias coloniales católicas de Magdalena no resistieron el devastador terremoto de 1976. De ellas queda en pie solo parte de la fachada. Actualmente los feligreses que profesan la fe católica tienen otro templo, y hay dos iglesias más evangélicas.
Cada cual tiene su religión y eso no es motivo de enfrentamientos entre vecinos. Pueden darse algunas reticencias entre familias cuando contraen matrimonio jóvenes que profesan distintos cultos, pero no suele ser lo habitual.
Emigración
Magdalena, como toda la zona, no cuenta con una gran actividad económica. Prueba de ello es que no son pocos los jóvenes que emigran a la capital, pero también a EEUU y Europa. Aunque esto tiene sus riesgos, porque los países de destino cada vez imponen condiciones más estrictas y muchos de estos intentos acaban en deportaciones de nuevo a casa y en un perjuicio mayor.
Escasa actividad económica
La actividad económica de Malena se centra en varios negocios al pie de la carretera y algunos otros en el núcleo poblacional. Así podríamos enumerar: 1 villar, 3 molinos de motor para macerar, 1 librería, 1 panadería, 2 polleras, 1 regadío comunal y más de diez limonares.
En la orilla de la carretera es donde se ubican los principales establecimientos comerciales: dos gasolineras, unas tienda de comidas: Comedor El Desierto, Oasis o Tienda El Manantial, además de un autohotel de nueva creación.
Hace tiempo que la pesca en los ríos Hato y Motagua ha dejado de ser una fuente económica en sí. Hay vecinos que siguen pescando, algunos por afición y otros para consumo familiar, pero no tanto como medio de vida porque, entre la contaminación de las aguas y las reducciones del caudal, el número de especies en el río ha descendido drásticamente.
Acá las personas son felices con lo poco que tienen, aunque también es cierto que hay familias bastante necesitadas.
Árboles y vistas al río Motagua
Una cosa muy apreciada en Malena son los árboles que crecen en la aldea. Estos nos ayudan a refrescar un ambiente caluroso la mayor parte del año. Sin esta vegetación, sería más difícil soportar las elevadas temperaturas.
Y, por supuesto, tenemos que hacer alusión a las magníficas vistas que desde el extremo de occidente del campo de fútbol se abren sobre los ríos Motagua y Hato. Es el punto en el que ambos se unen. Resulta realmente hermosa esa panorámica.
Hasta aquí el recorrido por nuestra modesta Aldea Magdalena en San Agustín Acasaguastlán. Y a pesar de que hay bastantes necesidades y carencias, nos sentimos muy orgullosos y orgullosas de ella.
Nota: En este reportaje colaboró también Bryanth Castro.