José Carlos Méndez, defensor “a muerte” de la Sierra de las Minas y «Caballero Quetzal»

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En los difusos límites de las aldeas de Los Albores y del Carmen (San Agustín Acasaguastlán – Guatemala) tiene su casa don José Carlos Méndez Montenegro, a quien podríamos calificar de “defensor a muerte de la Sierra de la Minas”. Literal, como suena, porque en la calma aparente del lugar la vida puede resultar arriesgada. Su lucha ejemplar también le reportó a nuestro personaje la distinción de Caballero de la Orden del Quetzal.

A escasos metros de esta ceiba era abatido en el año 2000

José Carlos Méndez tiene en la actualidad 87 años y una vida de lucha a sus espaldas. Tanto su palabra como su porte e incluso su memoria muestran aún gran lozanía. Es un hombre delgado y de gran talla desde los pies hasta su sombrero de estilo vaquero, porque este aderezo lo acompaña todo el tiempo, como si fuese un apéndice más de su cuerpo.

Lucha en territorios de paz

Camino de la Peña del Ángel, uno de los lugares más singulares de la Sierra de las Minas, la de Carlos Méndez es una de las últimas viviendas. Un poco más arriba comienza la zona de la montaña declarada Reserva de la Biosfera. Desde su propiedad se abre una magnífica vista arriba y abajo de la ladera, de tonos verdes que cambian según la posición del sol en cada momento del día.

A simple vista podría decirse que es uno de esos lugares apartados del planeta donde brota la paz y que luego el viento esparce como el polen de las flores por la superficie de la tierra, muy espaciadamente; pero la realidad es otra o lo fue.

Herido de bala y su hijo Álex Rodolfo, muerto

La defensa a ultranza de la integridad de la Sierra de las Minas le llevó a sufrir dos atentados, uno en 1992 y el otro en el año 2000. En el primero falleció su hijo Álex Rodolfo Méndez del Cid, por aquel entonces guardabosques. Y en el último, él pudo escapar milagrosamente de la muerte.

La tranquilidad del lugar no siempre fue real

Un día, tres individuos agazapados en el acceso a su vivienda -dos a un lado y otro en el opuesto- le estaban haciendo una especie de pasillo mortal. Era “la recompensa” a muchos años de lucha a ultranza por la defensa de la Sierra de las Minas, frente a cazadores furtivos y a la tala indiscriminada de árboles por parte de los madereros.

Abrieron fuego y a pocos metros de la entrada de su casa, ya dentro de su propiedad, cayó abatido por una bala. Era el año 2000. Quedó tendido en el suelo, malherido.

Cuarenta años de lucha

La lucha de José Carlos Méndez comenzó sobre los años sesenta del pasado siglo. Era una batalla por la defensa del patrimonio natural de la Sierra de las Minas y por mejorar las condiciones de vida de las comunidades asentadas en la ladera del monte.

Ante la débil protección –la ley si no se hace cumplir es pura retórica- que ofrecía la Administración a este espacio natural emblemático de Guatemala , muy distante en aquellos dias en tiempo de la capital, “Luis y Rodolfo Ortiz, Jorge García y yo decidimos que había que hacer algo para defender este territorio en el que las talas y la caza se practicaban de forma indiscriminada”, comenta José Carlos Méndez.

Recuerdos de una vida de lucha en defensa de la Sierra de las Minas

Defensores de la Naturaleza

“Más tarde, sobre el año 1987, se constituye en la capital la Fundación Defensores de la Naturaleza. Para entonces, nosotros ya llevábamos unos 20 años de lucha y vigilancia. Yo no me integré en la asociación, pero establecimos una especie de colaboración”, sigue relatando.

El señor Méndez Montenegro ve una diferencia sustancial entre su labor y la que realizaban y realizan desde Defensores de la Naturaleza: “El suyo es un trabajo más científico, más en la línea de realizar estudios de la fauna y de la vegetación del lugar, y nosotros en aquellos momentos pretendíamos que las invasiones furtivas no acabasen con las distintas especies animales y arbóreas, al tiempo que queríamos mejorar el nivel de vida de las comunidades del entorno en base a proyectos como  ecoturismo, elaboración de ceras aromáticas o cultivo de café”, recalca. El cultivo del café es la principal actividad de la familia.

Cazadores furtivos y madereros ponen precio a su vida

Por su actividad proteccionista de este espacio natural, pronto se convirtiría en enemigo de cazadores furtivos y de empresarios madereros. Estos no se anduvieron por las ramas y en 1992 prepararon el primer ataque en el que falleció su hijo Álex Rodolfo.

En el año 2000, sufrió el segundo ataque. Esta vez dirigido directamente a su persona. Tres individuos, apostados a ambos lados de la entrada de su casa, aguardaron su llegada y le lanzaron un fuego cruzado que lo dejó herido de gravedad sobre la hierba de su finca. “Los vi enseguida, dos de un lado y uno del otro, pero no pude escapar. Me quedé tendido en el suelo. Después de esto, tuve que huir durante 10 años a Estados Unidos y a Quiché», sigue recordando.

Apoyo de las comunidades

“Desde las comunidades se ha hecho mucho por la defensa de la Sierra de las Minas. Sin su colaboración, una organización como Defensores de la Naturaleza no habría podido entrar aquí. Mi relación con la asociación es buena”, añade, aunque insistiendo en que nunca estuvo plenamente integrado en la misma.

“En la actualidad, incluso uno de mis hijos trabaja para Defensores de la Naturaleza”, continúa diciendo. Pero tiene una pequeña espina clavada: “Cuando caí herido en el segundo ataque, necesité antibióticos y tuve que vender el carro (coche) porque no disponía de efectivo para comprar medicinas. En ese momento delicado no recibí apoyo de la asociación. Dijeron que la entidad se encontraba en situación de quiebra”, deja caer un leve reproche, por entender que la entidad podía haber hecho algo más por él en aquel grave trance.

Caballero de la Orden del Quetzal

Su defensa “a muerte” de la Sierra de las Minas al cabo de los años le ha valido algunos reconocimientos públicos notorios. Entre ellos, el de Caballero de la Orden del Quetzal, que le otorgó el presidente de la República de Guatemala el 13 de febrero de 2006.

Reconocimiento a su labor

También Ricky López Bruni, en su libro El Quetzal y en el documental La Serpiente Emplumada, hace una dedicatoria expresa a él y su hijo fallecido, Álex Rodolfo Méndez del Cid.

José Carlos Méndez guarda con orgullo, entre las cuatro paredes de un cuarto en su vivienda, muchos de los recuerdos de esta lucha por la defensa de la Sierra de las Minas y de las especies que intentó proteger.

Sin su firme defensa durante la segunda mitad del pasado siglo, muchos de los espacios vírgenes de la Sierra de las Minas seguramente hoy habrían desaparecido.

2 Comentarios

    • Cierto, José. Es una suerte para el país que haya defensores de la naturaleza tan comprometidos, porque se está defendiendo el patrimonio natural de todos los guatemaltecos y guatemaltecas.

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