Ruta Guastatoya – Esquipulas: dura y espectacular

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Brandan en el inicio del puerto de 30 kilómetros entre Guastatoya y Anshigua
Brandan en el inicio del puerto de 30 kilómetros entre Guastatoya y Anshigua

Aquel martes 11 de octubre de 2022 era otro día importante en nuestro programa. A las siete en punto de la mañana estábamos en el Parque Central de Guastatoya, donde nos esperaba el alcalde de la ciudad, el Lic. Jorge Antonio Orellana Pinto. Él nos dio la salida para la ruta más larga que teníamos previsto recorrer durante aquellos días en Guatemala, la ruta Guastatoya – Esquipulas para bicicleta de montaña, que nos llevaría de una ciudad a otra a través de la montaña y un itineario de 150 km (la previsión inicial era de 135) y 4600 metros de desnivel positivo.

Instantes antes de la salida en el Parque Central de Guastatoya, con el alcalde, Lic. Jorge Orellana Pinto.
Instantes antes de la salida en el Parque Central de Guastatoya, con el alcalde, Lic. Jorge Orellana Pinto.

Tampoco en este caso teníamos constancia de que se hubiese cubierto antes en bicicleta este trayecto. Algunos nos decían: “Yo lo más que he llegado por ahí ha sido hasta El Naranjo, Anshigua…”. Los que más lejos habían ido hasta Potrero Carrillo o San Pedro Pinula, en carro (coche), claro.

Itinerario espectacular para los aficionados a la bicicleta de montaña

Obviamente, no es el itinerario más rápido para ir de Guastatoya hasta Esquipulas o Jalapa, pero para los amantes de la bicicleta de montaña y de la naturaleza resulta sencillamente espectacular.

Ritmo alto en todo momento
Ritmo alto en todo momento

Tras las fotos de rigor, arrancamos. Eran en torno a las 7:15 de la mañana. El tiempo había mejorado respecto al domingo, cuando habíamos subido a la Sierra de las Minas. Sin embargo, nos decían que habia seguido lloviendo en el alto y que en la montaña –tendríamos que coronar cumbres de 2000 metros de altitud- la meteorología era más adversa.

No podiamos esperar al buen tiempo

Salvo en el caso de situación tormentosa, nosotros no íbamos a posponer la salida, porque tampoco teníamos días para esperar al buen tiempo. Por otra parte, Brandán estaba curtido en situaciones climáticas extremas, tanto de frío, lluvia o calor. La pista podría estar más o menos reblandecida, pero era amplia, por lo fuimos descubriendo, aunque esto tampoco lo sabíamos en el momento de la salida. En el peor de los casos, no tocaría dar media vuelta y regresar.

Al mal tiempo, buena cara
Al mal tiempo, buena cara

Nuestro agradecimiento a la Municipalidad de Guastatoya

El callejeo por el casco urbano de Guastatoya fue tranquilo, acomodado al tránsito del momento, escaso todavía. Durante los primeros kilómetros, el alcalde nos siguió en su coche (carro). Hemos de agradecer a la Municipalidad de Guastatoya el apoyo logístico que nos prestó para el desarrollo de estas rutas ciclistas.

De inicio, 30 km de subida hasta los 2000 metros de altitud

Otra jornada en solitario

Brandán rodaba solo. No era para él una situación extraña -siempre se habla de la soledad del corredor de fondo-, pero hubiese preferido algo de compañía sobre la bicicleta. Aunque no era el mejor día para ello. En principio habían querido sumarse unos ciclistas locales. Personalmente, no me pareció una buena idea por ser la ruta que era. Íbamos un poco a lo desconocido y el itinerario, según los datos que manejábamos, resultaba muy largo y exigente.

La soledad del corredor de fondo
La soledad del corredor de fondo

Si las fuerzas no eran parejas, las diferencias entre unos participantes y otros podrían ser de horas y, en la montaña, no podíamos garantizar cobertura a los ciclistas de cabeza y de cola al mismo tiempo. No disponíamos de infraestructura para todo eso. La opción de adaptar la velocidad de la marcha al ritmo más lento tampoco era posible durante tantos kilómetros.

Finalmente, los ciclistas que habían mostrado deseos de participar desistieron y nosotros tampoco los animamos, porque sabíamos que iba a ser una jornada muy exigente.

Pista en buenas condiciones, aunque blanda

A pesar de las lluvias, la pista estaba en buenas condiciones, aunque blanda. Esto pudo apreciarse en las primeras rampas de cierta entidad del recorrido, donde las ruedas de la bicicleta parecían hacer cada pocos metros una especie de renuncio, pequeños giros en el mismo sitio sin avanzar. Eso obligaba al ciclista a forzar la pedalada para salir del atolladero.

Aquel pedaleo vigoroso me inquietaba un poco

Cuando la vía se despejo de vehículos, Brandán aceleró el ritmo y de qué manera. Mi impresión desde el coche (carro) es que iba demasiado rápido. No comenté nada, porque es un ciclista experto en largas distancias, pero aquel pedaleo vigoroso me inquietaba un poco, aunque no estábamos en una competición y si más adelante había que parar, se podría hacer. Cosa que no sucedería.

Sobre la marcha, un detalle con los vecinos de la zona
Sobre la marcha, un detalle con los vecinos de la zona

Los datos que yo manejaba en aquel momento eran de 135 kilómetros de recorrido y 4600 metros de desnivel. El resto lo desconocía todo. Pero eso era ya más que suficiente como para tomarse con cierta tranquilidad la salida. A eso había que añadir una pista permanentemente blanda donde el neumático se hundía más de lo habitual y los comentados “renuncios” de la rueda. En definitiva, un gasto extra durante muchas horas.

30 kilómeros iniciales en subida hasta los 2000 m de altitud

Otra circunstancia a tener en cuenta era que los primeros treinta kilómetros -hasta llegar a los 2000 metros de altitud en la aldea de Anshigua o un poco más arriba- se perfilaban en constante y exigente subida.

Todo parecía aconsejar reservar un poco de fuerzas de inicio. No digo que Brandán no lo estuviese haciendo, él se conocía bien; pero mi impresión era que rodaba en toda la ascensión a un ritmo muy alto, en una intensidad sub-máxima. Y eso me parecía mucho para esta ruta.

Suave despertar en la aldea El Naranjo, Km 20 del recorrido
Suave despertar en la aldea El Naranjo, Km 20 del recorrido

Un recorrido para hacer en varias etapas

La pista estaba mejor de lo que yo había sospechado. Cuando le comenté al Lic. Gerson Morales que nuestra idea al llegar a Guatemala sería hacer esa ruta, entre otras, me comentó: “Se la desaconsejo totalmente, por ahí hay solo fuertes pendientes, montañas y mucho polvo”, pensando en disuadirnos de ese modo.

El polvo en este caso se había convertido en barro; pero esos “ingredientes”, en general, era un poco lo que buscábamos: un lugar que permita a los ciclistas sumergirse en la naturaleza. Hubiésemos preferido un poco menos subida de salida y un ambiente más seco, pero eso no lo podíamos escoger y tampoco nos parecía determinante para descartar ese itinerario entre Guastatoya y Esquipulas. Brandán tenía previsto realizarlo de una tirada, pero lo aconsejable es que se complete en varias jornadas, disfrutando de la naturaleza, el paisaje y los pueblos de montaña del recorrido. Esa es la idea.

Subida larga y constante
Subida larga y constante

Por encima de las nubes

Al principio subimos entre niebla, una ligera bruma. Un poco más tarde estábamos ya por encima de las nubes. Es paisaje era espléndido, muy bello, impresionante. Me sentía flotar. No creo que Brandán experimentase lo mismo, porque tenía que meter mucha carga en cada pedalada para avanzar, pero se le veía igualmente muy animado y, seguía pensando yo, que con demasiado ritmo.

Estábamos disfrutando mucho del recorrido. De cuando en cuando cruzábamos alguna aldea, nos encontrábamos con personas ocupadas en tareas agrícolas o ganaderas, con niños a los que regalábamos algunas galletas. Algunos mostraban cierto recelo o desconfianza al principio. No era lo habitual que unos desconocidos les regalasen ni siquiera unas golosinas, pero al final acababan aceptándolas de muy buen grado. Más selectivamente, también entregábamos alguna camiseta (playera), porque teníamos pocas.

Coronado el puerto, entrábamos en una especie de altiplano. El terreno subía y bajaba lentamente. En los descensos, perdíamos a vista a Brandán, al que no volvíamos a encontrar hasta que se detenía en algún cruce en el que le surgían dudas sobre el camino a seguir.

Las nubes a nuestros pies
Las nubes a nuestros pies

Un cambio no previsto en el itinerario y 15 km más

Atrás fueron quedando Santa Rita, El Infiernillo, El Naranjo, Ansighua, Potrero Carrillo, Plan de la Cruz, San Pedro Pinula y San Luis Jilotepeque hasta llegar a Ipala. En esta última localidad nos apartamos del itinerario previsto. Preguntamos por una pista de terracería (tierra) para llegar a Esquipulas (todos los indicadores que nos encontrábamos señalaban por la carretera) y nos dirigieron por Quezaltepeque, con paso previo por San Jacinto, o eso creo. Esto nos alargó el recorrido en unos 15 kilómetros, pasando de los 135 previstos a 150.

Todo había ido muy bien hasta Ipala. La pista hasta Quezaltepeque también permitía un buen ritmo de pedaleo y el entorno natural seguía siendo espléndido. Bradán apenas pedía agua o alimentos. Se iba arreglando con lo que él había introducido en sus bolsillos, básicamente, unos geles. Esa fue una constante en casi todas las jornadas.

Las aledeas iban quedando atrás
Las aldeas iban quedando atrás

Altas temperaturas y elevado grado de humedad

La temperatura se iba elevando a medida que descendíamos de las montañas más altas. El grado de humedad, por contra, se mantenía elevado, creándose unas condiciones climáticas poco cómodas para el ciclista en el tercio final de un recorrido con un total de 4600 metros de desnivel positivo, como se ha comentado.

En Quezaltepeque fuimos al sur por la carretera nacional procedente de Chiquimula y Zacapa hasta enlazar con la procedente de Jalapa. Creíamos que era la única opción. Más tarde nos enteramos de que había otros itinerarios to pistas de tierra. El itinerario por Chiquimula y Zacapa sería el más lógico a seguir desde Guastatoya en automóvil, pero para ciclistas y peatones resulta muy incómodo y, en gran medida, peligroso, como pudimos comprobar en este último tramo.

Había salido el sol, pero el ritmo no cesaba
Había salido el sol, pero el ritmo no aflojaba

Los efectos del calor, la humedad, los kilómetros…

Antes de llegar a nuestra meta a través de la carretera N-18, había que superar un largo –se nos hizo interminable- y duro puerto que pasa por el mirador de Esquipulas. En ese tramo final de asfalto, Brandán comenzó a sentir los efectos del calor, la humedad, los kilómetros, el terreno blando, el desnivel y la incomodidad y la tensión de tener que rodar entre denso tráfico. Todo junto. En esos momentos, pedía agua constantemente y algo de comida. Iba también acalambrado, pero una vez se inició el también largo descenso ya no pudimos asistirlo.

Yo me había pasado a la cabina del pickup y los pocos alimentos que nos quedaban estaban en la palangana del automóvil. Descendíamos por un carril estrecho, separado de los dos de ascenso por dos rayas amarillas continuas. No había mucho donde detenerse. El tráfico era denso, por lo que de habernos parado, se hubiesen intercalado entre el ciclista y nosotros una gran cantidad de vehículos, muchos de ellos camiones pesados, que igualmente nos hubiesen impedido asistirlo.

En esas circunstancias, decidimos continuar detrás de él y protegerlo del tráfico (tránsito). En teoría,ya todo se basaba en dejarse caer hasta la Basílica de Esquipulas, donde habíamos establecido nuestra meta, pero Brandán seguía haciéndonos gestos para que le proporcionásemos algo más de comida, hasta que comprendió que, dadas las circunstancias, no podíamos asistirlo. Era un síntoma, no obstante, de que las enormes exigencias de la jornada lo habían llevado a un nivel de fatiga muy alto.

Los encantos del recorrido nos distrajeron

Es innegable que nos salieron kilómetros de más y que el tramo de asfalto final en aquellas circunstancias de humedad y calor «torturaba» mucho al ciclista, pero yo siempre sentí mucho respeto por aquella etapa. Recuerdo que en el mapa, trazase por donde trazase, los metros de desnivel se acumulaban con enorme facilidad. Por eso, en un primer momento me pareció extraordinariamente alto ritmo que se había impuesto y, además, sin apenas demandar comida ni agua, hasta la parte final.

Los encantos del recorrido, el paso por las aldeas, los niños, con los que nos parabamos cada cierto tiempo para dejarles unas galletas, también nos distrajeron un poco de estas tareas de avituallamiento, fundamentales para un ciclista.

Vistas espectaculares en todo el recorrido
Vistas espectaculares en todo el recorrido

Recuperación inmediata

Con la excepción de los últimos 40 kilómetros por asfalto, para los que hay alternativas por sendas de tierra, el itinerario es magnífico. Hasta Ipala el camino ofrece pocas dudas. Pasamos un tramo de asfalto de 10 kilómetros, que consideramos que también se podría sortear, pero, en cualquier caso, era una carretera con poco tráfico.

Las variantes desde Ipala son varias, tanto por el norte (Quezaltepeque) como por el sur. Nosotros ese día nos fuimos al norte y después bajamos. Hicimos un todo en uno y el que va en bicicleta es quien realmente lo sufre.

Ritmo, barro, calor, humedad, distancia por encima de la prevista, desnivel… El desgaste fue brutal; pero Brandán dejó constancia de sus excepcionales condiciones como fondista. Me sorprendió, en todo caso, lo rápido que recuperó. Yo al llegar a la habitación del hotel me hubiese echado en la cama y no me habría levantado en tres días; pero él parecía plenamente recuperado a los cinco minutos de haber llegado a Esquipulas.

Una foto ante la Basílica del Señor de Esquipulas y camino de vuelta

Tomamos una foto ante la escalinata de la Basílica del Señor de Esquipulas para dejar constancia de que habíamos (había) alcanzado el objetivo y reemprendimos el retorno con la intención de deteneros a comer algo en el camino. Como así se hizo ya en el departamento de Zacapa.

Sobre este recorrido y los de las jornadas anteriores y posteriores en Guatemala cimentaría Brandán su triunfo en la última prueba de la Copa de España de ultramaratón unos días después.

Satisfacción final y significación religiosa

A la conclusión del recorrido, estábamos satisfechos. Brandán había conseguido por vez primera unir en bicicleta Guastatoya y Esquipulas. En el aspecto religioso, la ruta tiene mucho sentido y diríamos que valor para la comunidad católica, porque enlaza dos ciudades que acogen como patrón al Cristo Negro Señor de Esquipulas.

Tiempos atrás, Guastatoya fue una parada casi obligada para los peregrinos que se dirigían desde muchos puntos del país a la Basílica del Señor de Esquipulas. Estos, con sus pernoctas, contribuían a incentivar la economía del pueblo. En agradecimiento, la ciudad acabó adoptando al Señor de Esquipulas como su Patrón.

Fin de la ruta en Esquipulas
Fin de la ruta en Esquipulas

Otros motivos deportivos, ecoturísticos y culturales

Más allá de los motivos religiosos, hay muchas otras razones de carácter físico-deportivas, ecoturísticas y culturales que invitan a recorrer con calma esta preciosa ruta.

Aunque no hemos podido reconocer todas las opciones del recorrido y descartando el tramo final de carretera en el que acabamos desembocando, sugeriríamos dos opciones de itinerario a partir de Ipala, porque hasta esta localidad la ruta está bastante clara.

Desde Ipala podemos tomar dirección Quezaltepeque o ir más por el sur, por las aldeas de Caña Vieja y El Jute. Este itinerario será algo más corto y también ofrece un poco menos de desnivel.

La más cota y un poco menos montañosa sería la que va más por el sur, por Cerro La Cruz, pero la de Quezaltepeque tiene también mucho encanto.

Guastatoya – Esquipulas por Quezaltepeque

Guastatoya, Santa Rita, El Infiernillo, El Naranjo, Ansighua, Potrero Carrillo, Plan de la Cruz, San Pedro Pinula, Caserío El Guayabito, San Luis Jilotepeque, Cushapa, Culima, IPALA, La Coronada, Finca Zibata,  Las Pozas, El Limón, El Tablón, Hierba Buena, QUEZALTEPEQUE, Aldea Recibimiento, Cruz de Chiramay, Aldea Belén y Esquipulas (140 km)

Guastatoya – Esquipulas por Cerro La Cruz

Guastatoya, Santa Rita, El Infiernillo, El Naranjo, Ansighua, Potrero Carrillo, Plan de la Cruz, San Pedro Pinula, Caserío El Guayabito, San Luis Jilotepeque, Cushapa, Culima, IPALA, Caña Vieja, El Jute, Cacahuatepeque, Cerro La Cruz, Parque Ecológico Aguas Termales, Apantes Concepción Las Minas, Aldea Cruz Alta, Esquipulas (135 km)

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